viernes, 13 de marzo de 2020

OVNILOGÍA: ¿CIENCIA, PSEUDOCIENCIA O PROTOCIENCIA?

UFOLOGY: SCIENCE, PSEUDOSCIENCE OR PROTOSCIENCE?

Manuel Paz y Miño,
Lic. en Filosofía, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y M.A. en Ética Aplicada, Universidad de Linköping

Resumen: Discutiremos aquí si la ovnilogía (de la abreviatura castellana O.V.N.I., esto es, objeto volador no identificado, platillo volante o volador, equivalente a la inglesa U.F.O.= Unidentified flying object, y el griego logos: estudio, tratado, etc.) es una ciencia verdadera, falsa (pseudociencia) o está en germen, en inicios de serlo (protociencia). Para eso definiremos lo que es ciencia, qué características y funciones debe tener, etc.

Palabras clave: Ovni, ciencia, pseudociencia, protociencia.

Abstract: We will discuss here if Ufology (from the Spanish abbreviation UFO, that is, unidentified flying object, flying saucer, equivalent to the English UFO = Unidentified flying object, and the Greek logos: study, treatise, etc.) is a true, false science (pseudoscience) or it is in germ, in the beginning of being a Science (protoscience). For this we will define what science is, what characteristics and functions it must have, etc.

Keywords: UFO, science, pseudoscience, protoscience.


¿Qué es ciencia?

Es un conjunto de conceptos, procedimientos, métodos, técnicas, etc. que nos sirven para descubrir, explicar, predecir y cambiar la realidad natural y social.
Cada ciencia tiene un objeto de estudio determinado de la realidad y un conjunto de conceptos (postulados, teorías, y leyes) basados en el razonamiento lógico.

Clases de ciencias

Dependiendo de su ámbito de estudio hay ciencias abstractas o exactas (lógica y matemáticas) y ciencias empíricas o fácticas (ciencias naturales y sociales).
También hay, de acuerdo a su función, ciencias descriptivistas (las biológicas), ciencias experimentales (como la química y la física).
Además las ciencias pueden ser teóricas o puras (como las abstractas y otras ciencias básicas naturales como las biológicas, la química, la física, ciencias sociales como la antropología, la arqueología, la historia, la sociología) y ciencias aplicadas o prácticas (las ciencias médicas, el derecho, la educación, las ingenierías). 



¿Cuál sería el objeto de estudio de la ovnilogía?

Se supone que su objeto es el ovni u objeto volador no identificado, esto es, lo que no se puede identificar, reconocer o saber qué es. Entonces, ¿cómo estudiar algo que no se sabe qué es?

Arbitrariamente se podría decir que la ciencia, en base a los datos obtenidos, podría proponer como objeto de estudio a los fenómenos aéreos anómalos o anormales, fuera de lo común, y así, no naturales, pero otra vez, que no se sabe qué son.

Es decir, estos fenómenos, que son reportados por innumerables testigos alrededor del mundo, fotografiados o videograbados, y hasta captados por radares, nos demostrarían que hay cosas o artefactos que se moverían como si fueran maniobradas adrede de modo inteligente y a voluntad.

Ciertamente existen diversos fenómenos que los científicos actualmente no pueden explicar exactamente qué son o cómo se producen pero, no obstante, plantean diversas hipótesis explicativas. Tenemos los casos de los rayos globulares, las luces sobre el cielo noruego de Hessdalen, el relámpago eterno de Catatumbo en Venezuela, los círculos de Namibia, la lluvia de pescados en Yoro, Honduras, luces de los terremotos, etc. Cada uno de estos fenómenos tiene más de un intento de explicación.

La tormenta eterna, con millones de relámpagos, 
de Catatumbo en Venezuela

Hipótesis sobre los ovnis

¿Qué se podría plantear como hipótesis explicativas en relación a los ovnis?

Tenemos en primer lugar, la archiconocida hipótesis del origen extraterrestre de los ovnis: éstos no serían más que naves o artefactos piloteados o dirigidos por alguna inteligencia del espacio exterior, ya que muchos de ellos realizan maniobras con movimientos y velocidades imposibles para la tecnología humana actual. Es decir, son producto de una tecnología espacial extraterrestre y han visitado la tierra en épocas pasadas o continúan haciéndolo.

Pero, ¿qué de los innumerables testigos alrededor del mundo incluyendo a militares entrenados? No es inusual confundir muchas cosas terrestres o interpretarlas como si provinieran de otro mundo. Además los seres humanos pueden mentir, equivocarse y cansarse después de horas de manejo o vuelo.

¿Qué de las fotografías, las películas o los vídeos de ovnis? Muchos son de origen fraudulento, actualmente se pueden hacer digitalmente, pero claro habrá algunos sin fácil o ninguna explicación.

¿Y qué de los ovnis detectados por radar por doquier? Pueden ser errores de los códigos de lectura, de los mismos sistemas que muestran las imágenes o incluso fallas de interpretación de los mismos. Pero también se incrementó la captación de los ovnis con las actualizaciones de los sistemas de radar.

Por otro lado, es razonablemente posible aceptar la posibilidad de vida inteligente alienígena como producto de la evolución y de ese modo nuestro planeta no sería el único que la posea en un vasto universo conteniendo planetas parecidos al nuestro y que podrían haber desarrollado la vida como la conocemos.

A partir de la idea de la invasión o visita de los extraterrestres, nació un creciente mercado e industria alrededor del fenómeno ovni: reportajes, filmes de ficción, documentales, series de TV, suvenires, libros, juguetes, disfraces, supuestos lugares de avistamiento, contactados, toda clase de abducidos que afirman haber sido examinados con aparatos de tortura, ser sujetos de estudio y manipulación y, hasta violados sexualmente, por supuesto, toda clase de religiones con seres extraterrestres malignos o benéficos o mezclados con alguna religión conocida e incluso ideología política, y la creencia de que nos han estado visitando desde los albores de la humanidad.


En suma, una religión contemporánea o una neo religión que en general dice que la humanidad nació por la intervención de una inteligencia extraterrestre, que creó o ayudó a crear los grandes monumentos de las culturas no europeas del pasado y que, por ello, no son producto de la inteligencia autóctona humana.

Incluso que las apariciones de antaño de los dioses --con truenos y rayos- en realidad eran naves espaciales y que en la actualidad los alienígenas vigilan la tierra, raptan (abducen) a alguna gente para estudiarlos o llevárselos a sus planetas, se comunican con ciertos escogidos privilegiados generalmente por telepatía (cosa parecida pasa con los médiums que pueden canalizar espíritus o los devotos que son los únicos en ver apariciones celestiales), y en el momento oportuno van a actuar, esto es, van a redimir a los justos y a castigar a los impíos. Un mesianismo extraterrestre salvífico que resolvería los problemas de la humanidad y la tierra.

Extraterrestres salvadores

Así, se plantea como derivada de la hipótesis del origen extraterrestre de los ovnis, la hipótesis de los antiguos astronautas: los relatos sagrados antiguos y los restos arqueológicos (supuestas pruebas de que las mega construcciones del pasado requirieron de una tecnología aún desconocida e inexplicada), son interpretados como naves espaciales o seres extraterrestres por su forma (supuestos artefactos voladores, cascos de astronautas o humanoides gigantes o híbridos con animales, especialmente reptilianos o tridáctilos).

Es decir, los extraterrestres influenciaron en el desarrollo de las antiguas civilizaciones ya que los seres humanos de los antiguos Egipto, India, las Américas, etc. no pudieron ser capaces de lograr lo que hicieron por sí solos: una interpretación racista que subestima la inteligencia humana no europea.

"Astronauta" de Palenque, México

Los detractores de los escépticos del origen extraterrestre de los ovnis, aducen la hipótesis  de una gran conspiración a nivel mundial para evitar revelar a toda costa la existencia  comprobada de la inteligencia alienígena en la tierra para evitar el pánico, no cambiar la historia ni destruir las religiones entre otras cosas. O también para encubrir el dominio mundial por parte de extraterrestres de tipo reptiliano.

La hipótesis del origen terrestre de los ovnis, no menos famosa, dice que éstos son fenómenos naturales o artefactos humanos interpretados como naves espaciales debido a la continua propaganda de los medios durante décadas de que platillos voladores o naves extraterrestres visitan la tierra.

Los testimonios de avistamientos de ovnis están asociados a fenómenos naturales: meteorológicos (centellas, nubes lenticulares) o astronómicos (asteroides, brillo de la luna y de planetas como mercurio, venus, marte o júpiter), seres vivos (aves en vuelo), o a artificios humanos: globos (aerostáticos meteorológicos, de comunicación, experimentales, festivos), cohetes en despegue, vuelo o caída, así como restos de ellos, satélites artificiales, aviones militares espías, drones, la Estación Espacial Internacional, cometas, etc., fenómenos psico-sociales (sugestión, creencias religiosas, meditación, (auto)sugestión, (auto)hipnosis, ilusiones ópticas, pareidolias), etc.

Centella

Una ramificación de la hipótesis del origen terrestre de los ovnis es la hipótesis que los ovnis son tecnología secreta humana: serían naves militares, es decir, son aparatos producto de alguna tecnología hasta ahora mantenida en el más absoluto secreto de algunas de las súper potencias.

Eso sucedió, por ejemplo, ya desde la segunda mitad del siglo pasado con aviones de diseño no convencional, como, por ejemplo, los Nighthawks que, al ser vistos en los cielos por primera vez por civiles, éstos pensaron que eran naves extraterrestres.

Aviones espías confundidos con ovnis 

Además, hay evidencia documental histórica, que incluye fotos y películas, de prototipos primitivos de platillos voladores hechos con tecnología terrestre.

Con todo, los detractores de la hipótesis del origen terrestre contemporáneo de los ovnis, afirman que los giros de 90 grados o menos de estas supuestas naves son evidencia indudable de su origen alienígena.

Y otra derivación de la hipótesis del origen terrestre de los ovnis es la hipótesis que los ovnis son tecnología humana del futuro, no son de esta época. Pero esta idea es netamente especulativa, se basa en los supuestos viajes en el tiempo que, hasta el presente, no es más que una idea sin base experimental al menos hasta el presente.



Conclusiones

Dejando de lado las exageraciones, las falsedades y los equívocos, ¿no es acaso legítima la pregunta de si los extraterrestres ya han llegado a la tierra?

De hecho, como hemos afirmado arriba, en primer lugar, es probable que también hayan evolucionado formas de vida en otras regiones del universo semejantes o no a la nuestra basada o no en el elemento carbono. También sería posible que hayan evolucionado algunas civilizaciones hasta llegar a ser altamente tecnológicas y así que puedan realizar viajes tan largos en tiempo y distancia. Si estas dos condiciones ya se han cumplido es posible que los ovnis --parte de ellos-- sean de origen extraterrestre.


Pero no tenemos nada asegurado y eso no significa que los reportes de avistamientos de ovnis o de supuestos contactos sean indudablemente de origen extraterrestre. Además el que haya ovnis justamente prueba que hay muchas flotando cosas allá en el cielo que no podemos identificar debido a problemas de visibilidad (clima, defectos orgánicos o mentales), de reconocimiento (confusión de planetas, estrellas o meteoritos, carencia de datos o conocimiento de ciertos artefactos o inventos terrestres como satélites, globos atmosféricos, naves militares, etc.).

Si los avanzados extraterrestres están ya entre nosotros al parecer paradójicamente su tecnología es limitada para las comunicaciones pues han sido incapaces de demostrar a la población de los cinco continentes su existencia por medio de interferencia radial o televisiva como lo podría hacer un ejército de hackers. Claro que se podría argüir que les gusta el misterio, o que son tímidos o tienen razones para no presentarse abiertamente. Además al parecer no les gusta interferir en los problemas de la humanidad (hambre, guerras, desastres naturales, sabotajes humanos, etc.). O simplemente están esperando el momento adecuado para presentarse o de hecho nunca lo harán.

En conclusión, el misterio de los ovnis ya está resuelto: para los escépticos definitivamente la ovnilogía o la ufología es una pseudociencia, pero para los creyentes una ciencia en progreso. Y si alguna vez se descubre alguna forma de vida extraterrestre, la astrobiología o la exobiología podría tener recién un objeto real de estudio.

jueves, 12 de marzo de 2020

¿CIENCIA O PSEUDOCIENCIA?:

Manuel A. Paz y Miño
Lic. en Filosofía, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y M.A. en Ética Aplicada Universidad de Linköping
Correo-e: mapymc@yahoo.com


RESUMEN
Creemos -en concordancia con Lakatos, Bunge y otros- que la distinción entre ciencia y pseudociencia no es un mero problema académico o que no merece nuestra atención siquiera sino que su elucidación tiene implicancias sociales, económicas y aún políticas. Existen muchas disciplinas a las que podemos cuestionar su "cientificidad" (la astrología -ahora llamada cosmobiología-, el materialismo histórico, la parapsicología, el psicoanálisis, la teología, etc.) pero que reciben el membrete de ciencias -o en todo caso protociencias- entre sus partidiarios y el de pseudociencias entre sus adversarios respectivamente, especialmente la mayoría de los miembros de la comunidad científica. ¿Es una disyuntiva difícil de solucionar? Pensamos que no. Hay ciertas ideas generales y básicas -inclusive provenientes del sentido común- que nos puedan aclarar tal si tal o cual conjunto de ideas o conocimientos es científico o no o aun verdaderos. El calificativo de científico no yace en un simple gusto o inclinación personales. De otro lado, se hacen algunas reflexiones y referencias sobre el éxito receptivo de las pseudociencias y sus implicancias en la gente.

Separando la ciencia de la pseudociencia
Nuestro trabajo tiene que ver con aquel conjunto de afirmaciones, creencias, investigaciones y actividades que son rotuladas o presentadas por sus seguidores y practicantes como "ciencia" cuando en realidad no lo son, más bien es una falsa ciencia, esto es, la pseudociencia (1). Pero para eso previamente tenemos que saber en qué consiste la investigación y la actividad científica, tenemos que responder primero a la pregunta ¿qué es ciencia? La palabra ciencia es vieja (2) viene del latín scientia que significa conocimiento. Así el conocimiento científico sería el conocimiento propiamente dicho (es decir, el de mayor evidenciabilidad, explicabilidad y probabilidad y claro está modificabilidad). La ciencia (actual) sería un conjunto de procedimientos que tratan de dar cierta descripción y explicación del mundo natural y humano (de ahí las ciencias naturales y sociales) a partir de la observación y la lógica, claro está, partiendo del supuesto que tal mundo es real, es decir, que existe, e idealmente haciendo uso de un lenguaje simbólico (las ciencias formales o matemáticas). En general, todo ello se conoce como el conocimiento científico el cual, a su vez, se le intenta verificar, contrastar y utilizar en mayor o menor grado. Todos los demás tipos de conocimiento (no científico) tienen que ver con el sentido común, con la imaginación, el sentimiento o la mera creencia y, por supuesto, no son objeto del presente escrito (3).
¿Cuándo estamos frente a una pseudociencia, esto es, una falsa ciencia? Los que estudian estas cuestiones -y otras más como el método científico, su caracterización y evolución- son los llamados epistemólogos, los estudiosos de la ciencia (que pueden provenir no sólo de la filosofía sino también de la ciencia misma) y los filósofos de la ciencia que tienen que conocer su historia y sus diversas hipótesis. Entre los más renombrados de este siglo (4) tenemos a Karl Popper para quien (5) la distinción fundamental de una teoría científica de otra que no lo sea radicaría en su refutabilidad potencial -más conocida como falsacionismo-, esto es, en su capacidad de evolucionar, de modificarse e incluso de demostrar su ya no eficacia para la explicación de determinados fenómenos. De esta manera las formas ortodoxas de la teología, el psicoanálisis o el materialismo histórico (y dialéctico) no serían ciencias. E incluso la teoría darwiniana de la evolución de las especies sería de índole metafísica al no poder predecir una evolución futura determinada de alguna especie.
Para otro epistemólogo como Mario Bunge (6), todo campo cognitivo -una actividad humana que se propone obtener, difundir o utilizar conocimiento de algún tipo, sea este conocimiento verdadero o falso- que pretenda ser científico tiene que poseer una serie de caracteres básicos -cambiabilidad de los mismos caracteres o componentes de la ciencia, perspectiva general del mundo (cosas cambiantes, gnoseología realista, investigación libre de la verdad), fondo formal (teorías lógicas y matemáticas demostrables), dominio o universo (con entidades reales), fuente específica (datos, hipótesis, teorías actuales confirmadas y corregibles), problematicidad (sobre la naturaleza del domino y de otros componentes), caudal de conocimiento (datos, hipótesis, teorías, actuales verificados compatibles y anteriores), objetivos (descubrir o usar las leyes e hipótesis, mejorar los métodos), métodos (procedimientos examinables, analizables, criticables), sistematicidad (hay relación con otra ciencia). Así las religiones, las ideologías políticas y las pseudociencias y pseudotecnologías serían sólo campos de creeencias.
Para Thomas Kuhn (7) una revolución científica sólo es un cambio irracional de convicciones (como una conversión religiosa de masas) consecuencia de la crisis del paradigma científico. Entonces no habría una demarcación clara entre ciencia y pseudociencia ni diferencia entre el progreso de la ciencia y la decadencia intelectual: no habría un criterio objetivo de verdad.
Algo parecido decía Paul Feyerabend (8) para quien la verdad científica era tan cierta como la verdad mítica con los mismos derechos a ser defendida y promovida. Imre Lakatos (9) propuso que la ciencia avanza mediante programas de investigación no por hipótesis aisladas de ensayos y errores, de conjeturas y refutaciones. Su núcleo es protegido de las refutaciones por un gran Cinturón Protector de hipótesis auxiliares, también por una heurística para la solución de problemas que, "con la ayuda de técnicas matemáticas sofisticadas, asimila las anomalías e incluso las convierte en evidencias positivas". La teoría de la gravitación de Newton, la teoría de la relatividad de Einstein, la mecánica cuántica, el marxismo, el freudismo son todos programas de investigación pero no todos son "igualmente buenos", es decir, existe tanto programas científicos o progresivos (la teoría lleva al descubrimiento de hechos nuevos) y pseudocientíficos o regresivos (las teorías son fabricadas sólo para acomodar los hechos ya conocidos). Un ejemplo típico sería el marxismo que no ha predicho con éxito ningún hecho nuevo: pronosticó el total empobrecimiento de los trabajadores, que la primera revolución socialista sería en la sociedad industrial más desarrollada, que las sociedades socialistas no tendrían revoluciones, que no existirían conflictos de intereses entre los países socialistas. Los marxistas explicaron todos los fracasos con hipótesis auxiliares elaboradas después de los sucesos para "proteger a la teoría de los hechos. El programa newtoniano originó hechos nuevos; el programa marxista se retrasó con relación a los hechos y desde entonces" corrió para alcanzarlos (10).
Por otro lado, sería sinónimo de ingenuidad o ignorancia el calificar de «ciencia» a cualquier conjunto de conocimientos o actividades que se presentan como tal porque utilizan el prefijo griego logos en su denominación, o porque nos presentan un conjunto de afirmaciones (o creencias) sistematizadas y ordenadas. Si ese fuera el caso también serían ciencias (en el sentido moderno-occidental del término) la astrología y la teología, o los que se dedican a la adquisición de datos inexistentes o provenientes de la fantasía (por ejemplo los fanáticos expertos de los relatos e implementos de Star Trek o de las historietas de «superhéroes» difícilmente podrán ser catalogados como científicos). En general, los defensores de las pseudociencias creen, están seguros, "sienten en su interior" que sus disciplinas estudian algo real (subjetivismo gnoseológico). Su creencia puede ser muy sincera pero eso no valida ni prueba sus afirmaciones. Veamos brevemente algunos casos.

El caso de la teología
¿Es posible la teología, "la ciencia de Dios"? Creemos que no porque Dios -así como un alma inmortal- son entidades a priori y por definición son entes metafísicos, que se aceptan por fe -meramente vivencial o intelectual-, esto es, no se ha probado su existencia real y por lo tanto no son susceptibles de estudio científico. Y si la teología se ocupase solamente de la revelación escrita también podríamos decir lo mismo, esto es que no se puede demostrar que la Biblia sea la Palabra de un dios o ser supremo así como tampoco el Corán, los Vedas, el Tao Te King, etc. Más bien tales escritos sagrados y las religiones en general al tener una realidad en el mundo humano y social pueden ser objeto de estudio de las ciencias de la religión (la historia de las religiones, la psicología de las religiones, la sociología de las religiones, etc.) y claro está también Dios y la religión son temas de discusión filosóficos a través de sus ramas clásicas como metafísica, ontología o especiales como la filosofía de la religión. La teología sería el intento sofisticadamente intelectual o racional de fundamentar cualesquiera de las fés existentes (cada una de las cuales se presenta como la verdadera y por ende excluyente de las otras) y por ende con sus limitaciones susceptibles de ser rebatidas en gran manera a través de los contraargumentos de los no creyentes. Pero de todas maneras, muchos científicos son creyentes en lo Divino o lo Trascendente al salir de sus laboratorios y trabajos y naturalmente, no expresan sus creencias en ninguno de sus artículos o libros académicos.

El caso de la astrología
Los astrólogos a veces pueden hacer un excelente papel o no como consejeros o motivadores puesto que muchos de sus clientes los buscan debido a sus problemas económicos o sentimentales. Si los lectores de los astros les dicen: "Hoy la posición de los planetas y las estrellas te favorecen, te va ir mejor que ayer si haces esto", "hoy vas a conocer a alguien importante en tu vida" o "tienes que dedicar más tiempo a tu pareja o la perderás" simplemente están reforzando positivamente sus actitudes. Aunque, por supuesto, por mucha que sea nuestra motivación, predisposición -o desesperación- no siempre las cosas saldrán como se desea. Y es así que todos estos profetas del porvenir tienen mucha demanda y cualquier periódico o programa noticioso o femenino sea de radio o TV tiene su sección astrológica (incluso hay líneas telefónicas "especializadas" en consejería astrológica o incluso psíquica). Y claro ninguno podrá predecir lo mismo a una misma persona para un mismo día o una misma situación. Tampoco los gemelos tendrán el mismo destino astral a pesar de tendencias conductuales similares programadas genéticamente.
De otro lado, las milenarias constelaciones han cambiado de posición y las constelaciones son diferentes para los habitantes del hemisferio sur y del norte y la influencia de un planeta en el momento del nacimiento puede ser interpretada de más de una manera por las distintas escuelas astrológicas, por ej. Marte es el planeta rojo, el de la guerra y la sangre, según los occidentales, en cambio para los chinos tal color es bonito y positivo. Paradójicamente para occidente Venus está relacionado con lo blanco, lo puro y lo hermoso y para la visión china en cambio significa la guerra, la muerte y la destrucción. Además las constelaciones pueden ser descritas u observadas de forma distinta: los antiguos griegos veían en las agrupaciones estelares centauros, cabras, carneros, etc. y los que vivían cerca de los Andes peruanos monos, colibríes, etc. Nosotros sólo vemos a las estrellas agrupadas y superpuestas de cierta forma desde nuestra posición en la Tierra pero la realidad es que grandes distancias las separan entre ellas. Aunque hay variaciones entre las antiquísimas astrologías occidental y oriental -como las precolombinas, la egipcia, la hindú y sobre todo la china-, la física y la astronomía contemporáneas son las mismas en Atenas, Nueva York, el Cairo, Delhi y Pekín.
Incluso entre los mismos practicantes actuales de la astrología hay variaciones interpretativas: los horóscopos diarios, semanales o mensuales no consideran la hora ni el lugar de nacimiento de sus lectores en relación con las posiciones astrales fundamentales como si lo hace la horaria (o astrología genetlíaca que se interesa por el porvenir). Los horóscopos -como los adivinos- normalmente no hablan de las desgracias o de la muerte (tal vez para no ahuyentar a los clientes y creyentes). Algunos también podrían aducir que las mejores predicciones son las que se hacen con mejores elementos técnicos, esto es, con computadoras.
Un argumento astrológico que suena muy razonable es el siguiente: si la luna, el cuerpo espacial más cercano a nuestro planeta, influencia en la aparición de las mareas altas y bajas, ¿por qué no van a influenciar los astros en los seres humanos ya que sus cuerpos están conformados mayormente de agua? (Recuérdese que a los dementes se les llama "lunáticos") ¿Qué del clima? ¿Acaso muchos no "sienten" la llegada de la primavera o se interesan más en su prójimo -o se deprimen- en la época de navidad? Algunos postulan la influencia del campo magnético terrestre en la sensibilidad humana el mismo que indica a las aves migratorias el camino a seguir. Es cierto que el medio donde vivimos estimula -positiva o negativamente- nuestro estado de ánimo pero también es verdad que no todos reaccionamos de la misma manera ante un mismo estímulo.
Pero ¿influyen o no las estrellas en nuestra conducta? Cuando nace un bebé, digamos, en una maternidad, ¿no es mayor la gravedad ejercida por el médico o las enfermeras y su misma madre que se encuentran a centímetros de él que la atracción de Marte o Júpiter que están a miles de kilómetros de distancia de la Tierra? Peor aún la estrella más cercana -sin contar al sol- está a 4.3 años luz de nosotros en el Sistema Alfa Centauro. Eso quiere decir que al mirar esa estrella su luz llega a nuestra vista después de 4.3 años y que ha viajado durante todo ese tiempo a una velocidad cercana a los 300,000 kilómetros por segundo (que es la velocidad constante de la luz).
Claro que en la Antigüedad no se sabía esto ni de los efectos gravitatorios infinitesimales de los millones de cuerpos celestes sobre las personas, es más, se creía que las estrellas estaban a una distancia mucho más corta e implantadas en una esfera que las hacía girar. Esto según el sistema geocéntrico de Claudio Tolomeo (siglo 2 de nuestra era) en donde la tierra es el centro del universo, en contraposición al heliocéntrico, en donde los planetas e incluso la tierra giran alrededor del sol. Claro que para zanjar cualquier contradicción o cuestionamiento los astrólogos sostienen que "las estrellas influyen mas no determinan". Algo parecido dicen los biólogos y los sociólogos con respecto a los genes y la sociedad respectivamente en relación a nuestra personalidad. El problema fundamental es el de saber si nuestro accionar está condicionado predominantemente por los astros, el clima, la gente que nos rodea, nuestros genes o nuestro mero pensamiento o voluntad. Todo esto tiene que ver con la clásica controversia entre determinismo y libre albedrío. La astrología es llamada actualmente cosmobiología, entre otros, por la Gran Fraternidad Universal, una secta sincrética internacional contemporánea.

El caso de la parapsicología
Al parecer la parapsicología sería otro ejemplo de pseudociencia (para en griego es paralelo, junto a; psiquis: mente, alma, y logos: tratado, ciencia). donde sus partidarios parten de la idea que existen los fenómenos paranormales o la percepción extrasensorial (P.E.S.) -o simplemente fenómeno PSI- como la telepatía -la capacidad de la transmisión del pensamiento sin mediar nuestros órganos corporales, junto a la telequinesis -el mover objetos sólo con el pensamiento-, o la precognición -la capacidad de predecir acontecimientos futuros-. Se denomina psíquico al que supuestamente posee alguna habilidad, característica o «poder» de índole paranormal o parapsicológico. Incluso hay quienes aducen tener la capacidad de curar con la imposición de manos (11) o de realizar cirugía sin bisturí (esto comprobadamente fraudulento una y otra vez) de los cuales hay montones en las Filipinas y el Brasil. Otra cosa son las hierbas medicinales tradicionales (12) y el hipnotismo (13).
Pero, ¿acaso no ha habido y hay continuos informes de tal y cual experiencia paranormal así como apariciones fantasmales y de avistamientos de OVNIS? Claro que sí, pero, una vez más eso no implica que las afirmaciones o testimonios prueben lo paranormal, los espíritus incorpóreos y las naves extraterrestres existan.
La parapsicología tuvo cierta y limitada aceptación en el mundo académico. Por ejemplo hubo laboratorios experimentales parapsicológicos en algunas universidades norteamericanas como la de Duke, en la alemana de Frankfurt, en la holandesa de Utrecht y en Cambridge había una beca para investigar en ese campo (en los EE.UU. se sigue intentando comprobar experimentalmente en algunas instituciones el fenómeno PSI). Y actualmente hay pocos laboratorios norteamericanos e ingleses universitarios dedicados a la parapsicología. Pero en la mayoría de los centros superiores renombrados y serios del mundo no hay laboratorios parapsicológicos (La Asociación Americana de Parapsicología fue admitida hace años -en los tiempos de la conducción de Margaret Mead- en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia).
El asunto radicaría en probar la existencia del fenómeno PSI y también en explicarlo cosa que hasta ahora no se ha hecho: la mayoría de lo que supuestamente se toma como sucesos paranormales simplemente son producto de las profundas convicciones del creyente o de ilusionistas buscadores de fama y fortuna así como fenómenos meramente naturales de origen físico e incluso alucinaciones provocadas por campos electromagnéticos.
Sólo si la parapsicología demostrase la existencia del fenómeno PSI sería aceptada como una ciencia.  Pero la mayoría de los informes y reportes de experimentos realizados -y que aún se hacen- en laboratorios de física y psicología de diversas universidades del mundo como también las muchas observaciones de campo no ha demostrado plenamente la existencia del fenómeno PSI y a pesar de todo eso no lo han descartado completamente.
El Comité [internacional] para la investigación científica de las afirmaciones paranormales que incluye no sólo a renombrados científicos, educadores, filósofos sino también a magos profesionales postula que hay que investigar tales declaraciones ante la posibilidad de nuevos fenómenos. Empero lo que se halla finalmente son buenos trucos de predigistación que un mago profesional puede repetir (incluida la llamada curación psíquica a mano "desnuda"). Es decir, estos trucos de magia -debidos a la sugestión, velocidad en el movimiento de las manos, una clave en el lenguaje para la transmisión de datos, que se haría pasar por telepatía por ejemplo- no son fenómenos fuera de lo común o parapsicológicos ni mucho menos sobrenaturales. Esto lo sabía muy bien el legendario Houdini quien se dedicó también a descubrir muchos fraudes espiritistas y a hacedores de milagros.
En cambio para los adeptos de esta actividad sería una protociencia, una ciencia emergente aún por desarrollarse. Y como cualquier ciencia no exacta -como la misma psicología y la sociología- la parapsicología presentaría unas teorías más precisas que otras compitiendo entre sí. En el caso de las primeras habría un tipo de parapsicología que se restringiría más a los hechos mismos que a la mera especulación, que no interpretaría los fenómenos o sucesos a estudiar como originados en seres inmateriales. Tenemos el caso de los poltergeist, que de acuerdo a la tradición alemana serían duendes o espíritus traviesos, cuya explicación en este tipo de parapsicología sería la presencia de adolescentes muy excitados o tensos emocionalmente lo cual produciría una telequinesis involuntaria (Claro está que para los escépticos sólo sería producto de alguna rabieta infantil o juvenil).
Como hemos dicho antes la parapsicología trataría de fenómenos, sucesos o acontecimientos extra psicológicos o paranormales (la telepatía, la telequinesis, la precognición, la clarividencia y demás variantes) y de esa manera es fácil muchas veces querer ampliar su supuesto objeto de estudio «echándoles en un mismo saco» con los sucesos raros, extraños, aparentemente sin explicación, mágicos, «sobrenaturales», «milagrosos» en general (alma inmortal, reencarnación, posesión espiritual, despedidas de los próximos a morir, mensajes a través de «mediúms» de los ya muertos, apariciones de fantasmas -espiritismo- y duendes, bicorporeidad, cuerpo y viaje astral, curaciones mentalistas o por fe, teofanías, encuentros con ovnis y extraterrestres, cuarta dimensión o mundos paralelos, etc., etc.)
Todos esos fenómenos entrarían en el campo de la llamadas otras ciencias, paraciencias, o simplemente "ciencias ocultas" que simplemente serían las arcanas magia y brujería, lo oculto, lo esotérico, las religiones primitivas y animistas Todos estos sucesos han inquietado no sólo a gente poco instruida -o que no ha conocido la ciencia moderna- sino también a los eruditos, filósofos y científicos o que han sido embaucados -como el médico Arthur Conan Doyle que llegó a creer que unas hadas habían sido fotografiadas con unas niñas- o que simplemente se han dejado llevar por sus expectativas o ilusiones. Los primeros, los menos instruidos, los aceptan totalmente como de origen extramaterial o sobrenatural, sin dudar ni verificarlos. Los últimos, los «cultos» tratan de explicarlos, comprobarlos o aún refutarlos si fuera el caso -lo que no es poco frecuente-.

El caso de la ovnilogía
Como en el caso de parapsicología podemos encontrar dos grandes tendencias en la ovnilogía o ufología (14): una escéptica y otra religiosa. Esta última es catalogada como una religión contemporánea, una neo religión que en términos generales postula que la humanidad se originó por la intervención de inteligencia extraterrestre, que ella creó los grandes monumentos de las culturas no europeas del pasado y que no son producto de la inteligencia autóctona humana, incluso que las apariciones de antaño de los dioses -con truenos y rayos- en realidad eran naves espaciales y que en la actualidad los alienígenas vigilan la Tierra, raptan (abducciones) a alguna gente para estudiarlos o llevárselos a sus planetas, se comunica con ciertos escogidos privilegiados -general y exclusivamente (15) por telepatía- esperando el momento oportuno para actuar, esto es, para redimir a los justos y a castigar a los impíos. ¡Un mesianismo extraterrestre que resolvería los problemas de la humanidad! (16).
Pero dejando de lado estas exageraciones ¿no es acaso legítima la pregunta de si los extraterrestres ya han llegado a la Tierra? A esto le compete la ufología escéptica. De hecho, en primer lugar, es probable que también hayan evolucionado formas de vida en otras regiones del Universo semejantes o no a la nuestra basada en el elemento carbono. También es posible que haya algunas civilizaciones altamente tecnológicas que puedan realizar viajes tan largos. Si estas dos condiciones ya se han cumplido es posible que los ovnis -parte de ellos- sean de origen extraterrestre. Oficialmente no tenemos nada asegurado (17) pero eso no significa que cualquier reporte de contacto extraterrestre sea tal. Tantos contactos, algunos reiterados y en paz no han podido producir fotos fiables (18). Además el que haya ovnis justamente prueba que hay muchas flotando cosas allá en el cielo que no podemos identificar debido a problemas de visibilidad (clima, defectos orgánicos o mentales), de reconocimiento (confusión de planetas, estrellas o meteoritos, carencia de datos o conocimiento de ciertos artefactos o inventos terrestres como satélites, globos atmosféricos, naves militares, etc.). Si los avanzados extraterrestres están ya entre nosotros al parecer su tecnología es limitada para las comunicaciones pues han sido incapaces de demostrar a la población de los cinco continentes su existencia por medio de interferencia radial o televisiva (Claro que se podría argüir que les gusta el misterio o tienen razones para no presentarse abiertamente). Además al parecer no les gusta interferir en los problemas de la humanidad (hambre, guerras, desastres naturales, sabotajes humanos, etc.). O simplemente están esperando el momento adecuado para presentarse.

El caso del psicoanálisis
Otro caso controversial es el psicoanálisis freudiano. La psicología, como las demás ciencias sociales (19), tiene tendencias y escuelas diversas y hasta contradictorias. Tenemos corrientes como el conductismo, la psicología de la forma, la humanista, la cognitiva, etc. Algunos de los discípulos de Freud también crearon sus propias tendencias (Adler, Jung, Reich) o trataron de mejorar o complementarlo (el neopsicoanálisis antropológico y social, y el lacaniano). La teoría freudiana nos dice que el ser humano tiene una energía sexual o libido "que tiene todas las propiedades de una cantidad -aunque no poseamos medio alguno para medirla-", es decir que no puede comprobarse que exista, "algo susceptible de aumento, de disminución, de desplazamiento y de descarga..." (20). si esta libido no se descargaba formaba fobias o neurosis compulsivas. Recordemos que Freud fue un médico de la Viena victoriana represora y reprimida por tanto sus observaciones de la conducta eran parciales, es decir, no corresponden a la especie humana en general.
En muchas de las llamadas culturas primarias o primitivas la expresión de la sexualidad y la genitalidad es mucho más libre y menos complicada (por no decir torturante o vergonzosa). Además existe en la mente humana tres niveles: el consciente, el preconsciente y el inconsciente el cual contenía reprimidos deseos y recuerdos prohibitivos o dolorosos. Así en la infancia aparece el complejo de Edipo donde el niño se siente atraído sexualmente por su madre. Además nos da una teoría del desarrollo con las siguientes fases: oral, anal, genital. La represión inconsciente lleva a desórdenes sicológicos (como los involuntarios actos fallidos, la neurosis).
Así es misión del terapeuta psicoanalista descubrir mediante el análisis el contenido oculto del inconsciente del paciente a través del relato de posibles experiencias traumáticas de la infancia y del relato de los sueños. A través de la libre asociación el psicoterapeuta podría descubrir en el lenguaje del relato la significación oculta o explícita de tales experiencias. Las cosas puntiagudas representaban lo masculino y las redondeadas lo femenino (simbolismo conocido desde hace siglos y casi universal). Pero cuando soñamos nuestros recuerdos de experiencias vividas se mezclan con nuestra fantasía, de esa manera determinado objeto o situación podría significar cualquier cosa. La consulta psicoanalítica podría durar años y años y ser finalmente inefectiva. O puede traer mejoras al paciente (como cuando éste necesita con quien hablar de sus cosas personales, o deja de ir al consultorio y luego se siente mucho mejor: remisión espontánea). En general (21), los psicoanalistas no consideran otras hipótesis más que las suyas para interpretar las conductas tratadas. Así no trabaja la ciencia pero sí la religión. Y los experimentos que han tratado de confirmar las nociones psicoanalíticas han fracasado.

Connotaciones sociales de la pseudociencia
La demarcación entre ciencia y pseudociencia tiene mucho que ver con la crítica, la censura y la intolerancia en la investigación científica. La teoría de Copérnico fue condenada al Indice de ideas y obras prohibitivas por la Iglesia Católica que tenía el poder político y "científico" (1616) porque supuestamente era pseudocientífica (la Tierra ya no era el centro del Universo y el sol simplemente era el centro de un sistema planetario más). El Partido Comunista de la URSS declaró (1949) pseudocientífica a la genética mendeliana -por "burguesa y reaccionaria"- y mandó a sus defensores como Vavilov a morir en campos de concentración.
En el Occidente liberal también las instituciones ejercitan el derecho de negar la libertad de expresión y los fondos respectivos cuando algo es considerado pseudocientífico, como en el debate en relación a la raza y la inteligencia. Todos estos juicios inevitablemente se fundamentan en algún criterio de demarcación y claro está, en prejuicios humanos. Así, como escribió Lakatos, el problema de la distinción entre lo científico y lo pseudocientífico "no es un pseudo problema para filósofos de salón," o de simple risa, "sino que tiene serias implicaciones éticas y políticas". Por otro lado Bunge nos recuerda que hay muchos recursos económicos y humanos en juego piénsese en los posibilidad de aceptación de cualesquier pseudociencia compitiendo con una ciencia legítima en las universidades o algún proyecto de investigación financiado con fondos públicos lo cual terminarían siendo desperdiciados.

Entonces, ¿por qué estudiar las afirmaciones pseudocientíficas? (22) 1. La afirmación podría ser verdadera. El error en examinarla entonces retrasaría la adquisición de conocimiento novedoso, tal vez importante (hipnotismo, meteoritos, acupuntura). 2. Si la afirmación es falsa, la comunidad científica tiene la responsabilidad de informar al público. Ignorar una afirmación y no probarla deja el campo a los promotores de tales afirmaciones y priva al público de la afirmación necesaria para hacer las elecciones con conocimiento (gasto de dinero y tiempo: fraude). 3. Por los importantes temas sicológicos relacionados. ¿Por qué, por ejemplo, la gente cree vehementemente en teorías que no sólo no tienen ninguna evidencia para apoyarlas sino que también han mostrado vez tras vez estar completamente equivocadas? 4. La aceptación no meditada de las afirmaciones pseudocientíficas trae peligros reales. Los creyentes pueden actuar en base a sus creencias y causar daño físico, aún la muerte, a ellos mismos y a otros. En suma, como nuestra sociedad ha llegado a ser más dependiente de la ciencia y tecnología, todos estamos amenazados por el incremento de la aceptación no crítica de las supersticiones claramente incorrectas y no científicas y las creencias relacionadas (persecución de brujos y de "subhumanos", curación psíquica y por fe).
Conclusiones Es comprensible el auge y éxito de la pseudociencia (ingenua o fraudulenta), especialmente en épocas de crisis económica y moral (así como también el de las sectas, los juegos de azar y las apuestas). Sobre todo si tiene un número de seguidores significativo y si su refutación no ha sido muy divulgada no puede evitarse su presencia en el mundo académico. No pocas veces las pseudociencias son una excelente válvula de escape ante los problemas que muchas veces pueden llevar a la incertidumbre o la desesperación o simplemente producen en nosotros un fascinante interés y curiosidad por saber si nuestra vida será afortunada -o desastrosa- en cuestiones tan importantes como la salud, el dinero y el amor. También a veces el ideal positivista ilustrado de "saber es poder" o "la ciencia resolverá todo" puede hacer apresurar a algunos aceptar ideas y teorías como verdaderas cuando no lo son en verdad (23), cuando aún no ha sido demostrada su eficacia. Además el deseo vehemente de trascender la realidad cotidiana -que no pocas veces es difícil y dolorosa-, la búsqueda de una certeza y esperanza «aliviadoras» de los problemas económicos y los males del cuerpo y la mente, y la dinámica de nuestra existencia humana empujan reiteradamente a mucha gente hacia lo mágico, lo supersticioso y/o sobrenatural, así como su debilidad, descuido e ignorancia, y el aprovechamiento de quienes buscan diaria-mente incautos para sacarles algún dinero fácil (24) no solamente en su país sino más allá de sus fronteras. Así también debemos educar a los demás en la diferenciación básica e importante de lo que es ciencia y lo que no lo es así como denunciar lo que se nos quiere presentar como verdaderamente científico cuando en realidad es pseudocientífico, sin evidencia y mera especulación. Por ello, debemos siempre estar alertas y denunciar -en lo posible- los fraudes abiertos o solapados, explicar los supuestos fenómenos "sobrenaturales" o "paranormales" con la ayuda de la razón, el escepticismo y el conocimiento científicos. Y claro también debemos estar abiertos ante la aparición o descubrimiento de nuevos hechos, fenómenos y teorías siempre y cuando tengan fundamento y evidencia así como fuerza explicativa. Tampoco debemos olvidar que uno ve lo que ha aprendido de su cultura y sociedad, lo que ha visto anteriormente. El de mentalidad mágico-religiosa tradicional ve duendes, fantasmas, el Destino, la Suerte, etc., el de mentalidad más contemporánea ovnis, extraterrestres, etc. El muy creyente verá «hasta en la sopa» la «mano» de Dios ya que de acuerdo a la interpretación teísta, él está en todo lugar (ubicuidad) y lo conoce todo (omnisapiencia) y no hay nada que suceda en este mundo si Él no lo quiere (omnipotencia y providencia). En cambio el escéptico no ve nada sobrenatural o paranormal: sólo lo que su razón y la evidencia le dictan. Finalmente, debemos dejar bien en claro que para quienes tenemos una visión naturalista de la realidad y de todo lo que sucede en ella, no existe lo sobrenatural o milagroso. Lo que podríamos admitir es que hay ciertos fenómenos o sucesos «inexplicables» que no podríamos explicar en la actualidad por falta de mayores datos, pruebas o conocimientos pero que una vez obtenidos serían perfectamente comprensibles. Lo "milagroso" y "mágico" de ayer es técnica hoy.
NOTAS
(1) Las pseudociencias, según sus críticos, enemigos y despreciadores, también son llamadas a veces proto/neociencias, según sus adeptos, apologetas y defensores. Además históricamente antes el nivel cognoscitivo de la ciencia era "inferior" al actual así se explicaría que la alquimia, la astrología y la teología fueron consideradas ciencias.
(2) Así incluso se ha traducido a veces en la Biblia "que la verdadera ciencia es el temor a Dios".
(3) El materialismo histórico y otras filosofías, las artes, la teología y las religiones en general no son ciencia al menos en el sentido moderno y estrictamente epistemológico de la palabra. Empero sería ingenuo y ciego despreciar o negar su influencia social en la realidad humana. Poderes mayores al científico y tecnológico son el económico y el político los cuales a su vez no pocas veces están en manos de religiosos o incluso peor irracionalistas extremos.
(4) También se puede decir que fueron estudiosos de la ciencia en cierto modo en el pasado, entre otras cosas, Aristóteles, Santo Tomás, Descartes, etc. pero claro en sus circunstancias ellos fueron conocidos más como los filósofos, sabios y científicos de su tiempo.
(5) Véase su obra La lógica de la investigación científica, Madrid: Tecnos, 1962.
(6) Véase el artículo de Bunge, M.: "Demarcating Science from Pseudoscience", aparecido en Fundamenta Scientiae, Londres y otros: Pergamon Press, v. 3, no. 3/4, pp. 369-88, 1982.
(7) V. su obra La estructura de la revolución científica, México, Fondo de Cultura Económica.
(8) V. su libro Contra el método, Barcelona: Ariel, 1975.
(9) V. La metodología de los programas de investigación científica, Madrid: Alianza, 1978. Especialmente la introducción.
(10) En realidad lo que podríamos decir es que en las ciencias sociales en general no se puede predecir como en las naturales ahí estaría la diferencia fundamental. Lakatos equiparó el materialismo histórico marxista con la física newtoniana.
(11) De ser verdad que ciertas fuerzas o mecanismos corporales curativos se activan con la imposición de manos serían objeto de estudio. Aunque hasta hoy en día eso es dudoso por no decir mera especulación. Lo que es harto conocido es la naturaleza psicosomática de las enfermedades y que un ambiente tranquilo y relajado influencia mucho en la mejora del paciente. Además se sabe de la regresión espontánea de tumores.
(12) El papel importante de la medicina folklórica y las hierbas medicinales tradicionales -de las que se han derivado los actuales medicamentos farmacéuticos- ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud como una alternativa cultural a la medicina occidental científica (Pero eso es relativo, ya que como los curanderos no poseen una estricta preparación y control muchos pueden producir más mal que bien. Claro que también los galenos no pocas veces "meten la pata" y muchos por lucrar fácil y rápidamente timan a sus pacientes). La famosa y tradicional «uña de gato» es comerciada ahora en forma de tabletas por más de una industria farmacéutica debido a su carácter inmunológico. Tampoco negamos que no pocas veces hay médicos que se aprovechan de la buena fe de los pacientes o que incluso cometen graves errores. Como en cualquier otra profesión hay de los buenos y de los malos.
(13) Si tomáramos los hechos paranormales como tales, es decir como verdaderos no les podríamos dar una explicación racional satisfactoria. En conjunto, tales sucesos tendrían muchos cabos sueltos pues el sólo hecho de aceptarlos nos llevaría a la conclusión de que el cerebro (y/o la mente) influencia de alguna forma -aún no conocida plenamente- en la materia y que nuestro conocimiento actual de ésta es limitado, o por aún, errado. Todo el armazón racional y científico -la concepción materialista implícita del universo- se vendría abajo. Y como sucedió con las otras revoluciones científicas se buscarían nuevas respuestas al cómo es que se producen tales procesos y fenómenos, constantemente se elaborarían nuevas y variadas teorías para explicarlos -unas más verificables que otras-. Cosa semejante ocurriría con el hallazgo comprobado de inteligencia extraterrestre (o de los viajes en el tiempo o de otras dimensiones). El desarrollo histórico de la ciencia (occidental) nos ha mostrado que sus ideas, concepciones y teorías evolucionan para bien, se perfeccionan y lo que hoy no puede ser muy bien explica-do, mañana sí lo será. No hay que impacientarnos ni nos arrojemos a los brazos de la ignorancia, del miedo y la irracionalidad cuyos vástagos son la superstición, la magia y la religión.
(13) La hipnosis se utiliza ahora en la psicología, la medicina y hasta la criminología para muy diversos fines sea para recordar sucesos traumáticos con fines terapéuticos o policiales, como sustituto de la anestesia convencional, o simplemente para reforzar el ego. Claro que también hay quienes la utilizan para las llamadas regresiones (es decir para recordar supuestas vidas pasadas), o en la propaganda comercial. Los seres humanos somos sugestionables, unos más que otros, fácilmente nos dejamos convencer y engañar, pero nada de esto es paranormal.
(14) Viene de la abreviatura inglesa U.F.O.= Unidentified flying object, esto es, objeto volador no identificado, platillo volante o volador u O.V.N.I.
(15) Esa comunicación privilegiada entre los escogidos creyentes de las visitas extraterrestres nos recuerda a la de niños devotos -a través del siglo y en diversos lugares del mundo- que fueron los únicos que podían «escuchar» los mensajes de María, la madre de Jesús. Los ufologistas religiosos también se comunican con los no terrícolas a través de mediums y por medio de la escritura automática. Se repiten así las técnicas de la comunicación espiritista con los muertos (para los creyentes fundamentalistas y literalistas de la Biblia serían espíritus demoníacos).
(16) En el Perú tenemos varios grupos sui-generis que rinden culto a los extraterrestres y sus naves entre los que destacan: a) el movimiento Alfa y Omega -que incluso tiene una rama marxistoide- que proclama que Jesucristo retornará a la Tierra con sus ángeles en platillos voladores y cuyo fundador -el cual vivía en el distrito de Lince era un chileno que afirmaba que los miles de dibujos de contenido ufológico y bíblico le habían sido revelados por Dios telepáticamente (Algo típico de los fundadores de los nuevos grupos religiosos es la comunicación privilegiada con la Divinidad de parte de sus elegidos); y B) el grupo Rama con sus variantes e escisiones encabezados por Sixto Paz Wells quien también afirma tener contactos telepáticos -su padre fundó el Instituto de Relaciones Interplanetarias- como también haber sido llevado a otros mundos. Y claro ninguno de estos grupos puede mostrar evidencia alguna de sus «miles de encuentros» con los alienígenas, ni siquiera una foto con ellos abrazándose por tan feliz reunión.
(17) Se aduce la teoría de la gran conspiración a nivel mundial que afirma que no se debe revelar la existencia ya comprobada de vida alienígena para evitar el pánico y otras cosas.
(18) Algo parecido pasa con las tomas de fantasmas. Los videos estudiados minuciosamente demostrarían que hay ovnis capaces de maniobras imposibles para cualquier nave terrestre convencional conocida pero no que sean de origen extraterrestre (No hay que olvidar también que actualmente existe la capacidad tecnológica de los efectos especiales en los videos, las películas y los juegos de computadora). Lo característico de la ciencia, de sus hipótesis y teorías es que no son discutibles y por lo tanto refutables. Esta es su fuerza. Cualquier hipótesis novedosa o nuevo objeto de estudio tiene que pasar la prueba de rigor para ser aceptada.
(19) Se cree que aún falta un Newton de la sociedad y del hombre que puede darle la madurez o "dureza" a las ciencias sociales como la tienen las naturales. Sin embargo creemos que eso será algo muy dificilísimo de lograr debido a la mulivariedad conductual humana tanto individual como social. Pero claro, hay cosas básicas entre los individuos humanos de cualquier región del mundo.
(20) V. Mandolini, G.: De Freud a Fromm, Buenos Aires: Ciordia, 1969, p. 35-36.
(21) V. para mayores detalles Eysenck, H.J. y Wilson G.D.: El estudio experimental de las teorías freudianas. Madrid: Alianza, 1980, especialmente el epílogo, pp. 421-433.
(22) Tomado y abreviado de la introducción "The Nature of Pseudoscience" de Hines, Terence: Pseudoscience and the Paranormal. A Critical Examination of the Evidence, Amherst: Prometheus Books, 1988.
(23) Así como los hombres pueden ser grandes mentirosos y falsificadores pueden ser grandes crédulos y seguidores insensatos (hasta la muerte).
(24) Normalmente los que pretenden tener un supuesto «poder paranormal» o «conocimiento esotérico» privilegiado u oculto trafican con él a diferencia del científico que es universal y que puede estar al alcance de la gente a través de las publicaciones especializadas.


NUEVO IRRACIONALISMO: POSTMODERNIDAD Y ANTICIENCIA*

Mario Méndez Acosta, Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica


Son demasiado optimistas las expectativas que anuncian la inminencia de una nueva época de Ilustración global. Por el contrario, la actual corriente multidisciplinaria que se hace llamar “postmodernidad” muestra aspectos oscurantistas militantes que en verdad deben ser motivo de preocupación para quienes consideran que en el conocimiento de la naturaleza y del universo se encuentra el camino hacia un estado de mayor bienestar para nuestra especie.
El resentimiento en contra de la ciencia muestra dos vertientes: por un lado, están quienes sostienen ideologías y opiniones surgidas a través de un proceso formativo y educativo muy basado en las ciencias sociales y humanistas, que en especial le envidian a la ciencia su capacidad de obtener conocimientos certeros y sobre todo verificables y que consideran a la capacidad de la ciencia de modificar hasta sus concepciones más bien establecidas, como una muestra de su relativismo social y temporalidad inevitable. Para estos la ciencia no es más que una estructura de origen sociocultural y sus conocimientos simples apreciaciones de un grupo de privilegiados.
La otra vertiente del rechazo social a la ciencia la representan quienes consideran que los hechos sobre la naturaleza que están documentados, atentan contra las concepciones mágicas y sobrenaturales que constituyen la fe religiosa y las aspiraciones de trascendencia de diversos grupos e individuos. En este caso, la comunidad científica es considerada como partícipe de una conspiración maligna para acabar con la fe de las personas y los valores morales o bien como una especie de nueva inquisición, dedicada a perseguir y a excomulgar a esos herejes que llegan a postular alguna idea que se oponga de entrada a las leyes de la naturaleza, a las que en ocasiones califican de no ser otra cosa que simples paradigmas temporales.
En los casos más extremos, quienes sostienen esta visión anticientífica no sólo descalifican a la ciencia como medio para conocer el mundo, sino que desconocen la propia realidad como algo que exista en forma independiente de nosotros los seres humanos. De hecho, una de las características más notables de la llamada New Age –nueva era-, que constituye la filosofía más distintiva del neomodernismo es la noción de que cada persona puede mágicamente crear su propia realidad y alterarla según su gusto y necesidades.
Se dan la mano los filósofos del relativismo social y los místicos mercachifles de fin de milenio. Sus discursos son intercambiables. Feyerabend, Imre Lakatos y Robert Anton Wilson le niegan la validez a la ciencia como vía legítima y especial para llegar al conocimiento, y abren las puertas a quienes no tienen nada que ofrecer al ser humanos más que palabras e ilusiones peligrosas.
Sin embargo, la reacción de la ciencia no es generalmente de preocupación. A la comunidad científica no le ocupan y menos le preocupan las actividades de quienes niegan su validez. Esto por un lado es explicable. Estamos en medio de una explosión tecnológica que alterará la vida –hasta hacerla irreconocible- de todo aquél que viva en el mundo dentro de apenas 50 años. En comunicaciones, entretenimiento, información, educación, cultura y empleos se basará una revolución económica sin paralelo desde la invención de la agricultura. Se da por descontado que la ciencia resolverá los problemas más amenazantes, como la producción de los alimentos, el agua potable y la protección del medio ambiente; pero esto de ninguna manera es algo seguro, para alcanzarlo se requiere de mucha investigación, la cual demanda recursos económicos y humanos bien capacitados y aquí es donde los científicos pueden sufrir los efectos del avance del sentimiento anticiencia, que se traduce cada año en todos los países en un número creciente de reducciones a los presupuestos de apoyo a la investigación, en la cancelación de los programas de investigación pura y avanzada y en el deterioro de la actividad académica en este ámbito. El futuro puede alcanzar a los científicos más rápido de lo que se imaginan y más les vale asumir una actitud más militante en la tarea de combatir la anticiencia, tanto en su variedad intelectual como en su faceta mágico-religiosa.
Estas son las voces de quienes deploran la existencia misma de la ciencia:
“No existe la tal verdad objetiva. Nosotros hacemos nuestra propia verdad. No hay tal cosa como la realidad objetiva. Nosotros hacemos nuestra propia realidad. Hay caminos espirituales, místicos e internos para obtener conocimiento. Si una experiencia parece real, es real. Si una idea se siente correcta, es correcta. Somos incapaces de adquirir conocimientos sobre la verdadera naturaleza de la realidad. La ciencia en sí es irracional o mística. Es sólo otra fe o sistema de creencias o mito, sin más justificación que cualquier otro. No importa si tus creencias son verdaderas o no mientras tengan sentido para ti”. Resumen de creencias de la Nueva Era, por Theodore Shick y Lewis Vaughn.
“La ciencia es más como una iglesia que como una actividad racional y sus teorías no están más cercanas a la verdad final que los mitos y los cuentos de hadas”. “Si los contribuyentes creen en cosas como la astrología, herbolaria china, cosmología hopi, parapsicología, curación por la fe, acupuntura, creacionismo, vudú o las danzas de la lluvia, entonces estas teorías deben ser enseñadas en las escuelas públicas.” El Antimétodo de Paul Feyerabend.
Un historiador del futuro o de otro planeta, que llegase a la Tierra y que tuviese acceso a todo lo que se publica o se difunde en nuestra sociedad contemporánea llegaría a la conclusión de que tenemos viaje espacial cómodo, rápido y barato, que tenemos contacto cotidiano con multitud de especies extraterrestres y que manejamos habitualmente poderes mágicos como la psicoquinesis, la telepatía, la clarividencia, la teleportación, etc. Todos los medios de difusión o entretenimiento manejan versiones ficticias o supuestamente reales que aseguran que tales prodigios son algo común.
Pero la verdad es distinta; lo que ocurre diariamente en nuestras ciudades y campos está lejos de parecerse a esa visión de pacotilla, cuyo efecto real es narcotizar a grandes sectores de la población que pasan sus existencias en una especie de limbo nebulosos en donde resulta impensable hacer algo para modificar la situación social.
Esos grupos sociales bajan su guardia crítica y están dispuestos a aceptar todo lo que se les diga. Recientemente, se difundió en la radio que observar el eclipse de luna del pasado mes de septiembre causaría daños a las personas y bebés en gestación. Numerosos sectores se abstuvieron así de disfrutar el fenómeno y manifestaron ciertos temores irracionales. De igual forma, corrió el rumor de que habría pronto un oscurecimiento planetario de varios días debido a una cortina de fotones que pasaría por el planeta. En forma deliberada algunos charlatanes impulsaron esta versión en los medios, sin que nadie expresara alguna duda. Lo que en verdad iba a ocurrir es el recrudecimiento normal de la actividad de las manchas solares.
Estas reacciones de credulidad ante patrañas absurdas revelan el efecto reblandecedor que tiene en la opinión pública la visión anticientífica y aniquilan el pensamiento crítico.
La sociedad mexicana ha reaccionado en forma muy enérgica y positiva ante los alarmantes avances de esa otra faceta del postmodernismo que es la doctrina económica neoliberal y ha generado numerosas organizaciones no gubernamentales que defienden los intereses de grupos que no se sienten representados por las autoridades que legalmente tienen el deber de ver por sus intereses.
Desde este punto de vista, la defensa de la perspectiva científica y racional acerca del universo que nos rodea se convierte en parte inseparable de la labor de defensa social que hacen los organismos ciudadanos y, en buena parte, las escuelas públicas de educación superior. Estos sectores a su vez no deben olvidar este hecho y necesitan incorporar la defensa del pensamiento crítico y la divulgación del conocimiento científico como parte esencial de su tarea de protección de los derechos del ciudadano.
Resulta en especial deplorable cuando sectores contestatarios que reconocen la necesidad de la acción ciudadana en contra de la injusticia social y hasta de la violencia estructural prevalente en nuestros países, deciden recoger y defender algunas doctrinas mágicas o supersticiosas y abiertamente anticientíficas como parte de su postura de rebelión contra un sistema opresor, dentro del que ubican a la ciencia moderna; en especial, por ejemplo, a la medicina científica, contra la que oponen a las llamadas medicinas alternativas como una supuesta opción “revolucionaria”. Lo mismo ocurre con diversas sectas y cultos pretendidamente “orientalistas” o “aztequistas” que proponen soluciones mágicas a los problemas sociales. Ni las demenciales teorías sobre la energía “orgónica” de William Reich ni las de la genética leninista de Trofim Lysenko se hacen más verdaderas o justas por el hecho de que sus promotores hayan sido marxistas.
Es también el doble patrón moral de los que sostienen la posición anticientífica y el relativismo del conocimiento de la realidad; por un lado, demandan libertad total de expresar sus creencias y, sobre todo, la de lucrar con ellas –no hay que olvidar que detrás de cada pseudociencia existe un próspero negocio, sostenido por el público consumidor engañado- sin embargo, se oponen y tratan de obstaculizar la difusión de las opiniones que les son críticas. Tratan deliberadamente que al público no se le dé a conocer la voluminosa información que demuestra claramente la falacia y lo engañoso de sus afirmaciones. En México al menos, es un delito en potencia publicar críticas contra las creencias de algunas religiones ya que en teoría pueden “ofender” la fe de ciertos grupos. Estas disposiciones, como las que sancionan la blasfemia en otros países, deben ser derogadas y para ello se requiere movilizar a una opinión pública realmente poco preocupada por estos hechos.
La postmodernidad se ha convertido en una serie de posturas, rituales, modas, estilos estéticos y doctrinas económicas y políticas que se caracterizan por su blandenguería y su profunda y tediosa vulgaridad. Desde la música “New Age”, incapaz de despertar ningún sentimiento fuera del letargo, hasta los colores pastel pálido de una arquitectura que regresa a estilos de períodos históricos que lograron la hazaña de no dejar ninguna huella en la historia del arte, el postmodernismo sólo busca adormecer las mejores cualidades críticas y la curiosidad del ser humano.
Por supuesto, hay fuerzas económicas que tarde o temprano vendrán a restaurar el equilibrio y la vocación de progreso material, cultural y científico; pero siempre es conveniente ayudar a esas fuerzas históricas. No puede nuestra especie caer en un estado de parálisis cultural, como el que afectó a Egipto por tres mil años y a China por más de cuatro mil.
En este momento están vivos más del 80% de los grandes científicos de toda la historia. Se ha reducido diez veces el plazo entre un descubrimiento y su aplicación; sin embargo, cada día se abandonan más y más tareas de búsqueda y difusión o se han cancelado en todo el mundo grandes proyectos como el del super acelerador de partículas que quedó a medio construir en una llanura tejana y con el cual se hubieran resuelto las cuestiones más misteriosas del comportamiento de las partículas elementales. Se canceló hace poco también, por falta de recursos el proyecto de George Bush de viajar al planeta Marte en 2017.
Cada día se descartan más y más proyectos de gran importancia para el avance de nuestro conocimiento y de ello es en parte culpable el sentimiento anticientífico y oscurantista que prolija la postmodernidad.
La ciencia es detestada porque destruye ilusiones de trascendencia espiritual de los individuos, y porque relega al ser humano a una posición muy secundaria como figura dentro del universo. Eso atenta contra el ego de muchos individuos, pero también la ciencia nos responsabiliza de nuestro futuro: no contaremos nunca con ayudas sobrenaturales ni extraterrestres para salvar nuestra civilización. Nos demuestra también que somos libres, y que si no asumimos esa libertad alguien nos va a dominar y a explotar toda nuestra vida.
Nos demuestra la ciencia que no somos inmortales; pero al mismo tiempo permite la eventual realización tecnológica de ese ideal. Compite ya la ciencia con las ofertas consoladoras de las religiones y los mitos, y como lo hace leal y eficazmente, es detestada. Sus enemigos no descansan, y quienes llevan a cabo las tareas de investigación ni siquiera saben que están en la mira. Es necesario movilizar a la opinión pública culta –que ha sido capaz en México de detener una guerra- para que la defensa de la ciencia y la difusión de sus hallazgos y de su visión del mundo se haga parte de esa defensa social.

*Publicado originalmente en el número seis de Razonamientos. Revista del Pensamiento Humanista, tercer trimestre de 1996 por la Asociación Mexicana Ético-Racionalista.  


COSMOLOGÍA: ¿CIENCIA O IDEOLOGÍA?:

Enrique B. Pfeiffer Tubino, empresario, ingeniero civil y máster en ingeniería sismo-resistente.


Hemos comenzado el Siglo XXI y casi todos los “científicos” que se dedican a la Cosmología o ciencia que estudia el origen y evolución del cosmos, a los cuales llamaremos cosmólogos, están de acuerdo que el universo “se creó” hace 10,000 a 20,000 millones de años a partir de una inmensa explosión, a la cual han denominado el Big Bang. El inmenso universo en que vivimos, según la cosmología oficial, comenzó en un único instante a partir de un punto o singularidad infinitamente densa y caliente más pequeña que un átomo, la cual en un tres mil millonésimo de segundo se expandió en varios miles de millones de veces su tamaño, creando todo el espacio, materia y energía que actualmente forman las galaxias, estrellas, planetas y espacio sideral.
Según la Teoría del Big Bang, nuestro actual universo, “las cenizas de aquella gran explosión que lo originó”, es muy extraño. La gran parte de la materia que lo conforma está constituida por “dark matter” (materia oscura), esto es, materia no visible ni identificada, la que se supone está constituida por partículas exóticas que nunca podrán ser observadas. También se postula la existencia de “agujeros negros”, entidades monstruosas que por su inmenso campo gravitacional se devoran toda la materia que está a su alcance, incluyendo la luz a la cual no permiten salir, por lo cual no se les puede ver. El futuro de nuestro universo, nos dicen los cosmólogos, no es nada halagüeño, pues se debate entre un final de colapso en un gigantesco agujero negro universal (Big Crunch), o una expansión ilimitada con la consecuente muerte térmica del cosmos, el cual se convertiría en una intrascendente noche eterna.
Esta visión extraña y pesimista de nuestro universo, construida en los últimos treinta años por cientos de teóricos y explicada en docenas de libros y artículos científicos, ha calado profundamente en la conciencia popular. Muchos autores se cuestionan el sentido de la vida humana en un universo destinado a desaparecer o decaer, evidentemente hostil y ajeno a los propósitos del hombre.
Sin embargo, mas allá de su popularidad, lo más llamativo de la Teoría del Big Bang es que aún se considere oficialmente válida, a pesar de ser una teoría deducida matemáticamente, con muchas hipótesis ad-hoc, y que en los últimos años ha visto varias de sus suposiciones y predicciones desvirtuadas por la observación. Esta situación sorprende aun más por existir una teoría cosmológica alternativa, la Cosmología del Plasma. Esta última teoría asume que podemos aprender sobre la formación y evolución de nuestro universo, observando los procesos físicos que actualmente ocurren en la naturaleza. Como actualmente sabemos que “nada se crea de la nada” por el principio científico de la conservación de la energía, es una hipótesis razonable asumir que este principio siempre ha sido válido, lo que permite concluir de alguna manera, que el universo siempre ha existido.
El fenómeno que el Big Bang pretende explicar con un misterioso cataclismo en el origen del tiempo, la teoría del plasma lo atribuye a procesos eléctricos y magnéticos que ocurren aún en nuestros días. Estos procesos son del mismo tipo, mas no por supuesto magnitud, que los que se pueden observar hoy día en nuestros laboratorios, y que son usados en tecnología mundana como ser iluminación de neón y hornos de micro-ondas. En lugar de partir de un comienzo teórico en el tiempo y deducir matemáticamente nuestro universo presente, la cosmología del plasma parte del universo y fenomenología física actual. Sobre la base de estas premisas concluye en un universo sin Big Bang, sin ningún comienzo necesario, que siempre pudo haber existido y que se encuentra permanentemente en evolución, sin ningún tipo de limitación.
Inclusive, las únicas tres aparentes evidencias observacionales que se supone confirman la última versión del Big Bang (se han desarrollado por lo menos cuatro versiones para encajar con las observaciones, a la manera de los epiciclos de la teoría tolemaica), tienen su explicación alternativa en la teoría del universo plásmico. Mas allá de estas supuestas evidencias experimentales a favor del Big Bang (la abundancia de helio en el universo, la radiación de fondo de micro-ondas y la expansión de Hubble), esta teoría se apoya solamente en dos supuestos o hipótesis que constituyen su punto de partida: el universo comenzó a existir en un momento específico y fue creado de la nada. Además supone que se puede describir la creación y el universo en su totalidad desarrollando teorías matemáticas exactas, esto es, solo con nuestra razón mediante deducción lógica. Podemos, como Stephen Hawking y otros cosmólogos argumentan, determinar como el universo se formó, por mera necesidad lógica partiendo de las leyes matemáticas que lo gobiernan, constituyéndose estas leyes en la realidad detrás de los fenómenos del universo visible.
Ante este panorama surge la obligada pregunta de cómo no se ha producido una confrontación abierta entre la teoría del Big Bang y la del universo plásmico. Mas aún, se tiene asimismo el interrogante del porqué la teoría del plasma no se difunde en las publicaciones científicas o revistas de divulgación (salvo excepciones), aún cuando esta teoría cumple con los requisitos del método científico por estar basada en la observación, en contraste con la teoría del Big Bang, que tiene más connotaciones de mito que de ciencia.
A fin de esbozar una primera posible respuesta recurrimos a Thomas S. Kuhn y su conceptualización de paradigma y ciencia normal. Para explicar porqué la cosmología del plasma ha atraído tan poca atención entre los astrónomos, encaja muy bien el argumento kuhniano de comunidad científica (“profesionales de una especialidad científica que comparten un paradigma”), para lo cual debemos tener en cuenta que esta teoría cosmológica ha sido formulada por físicos del plasma, que asisten a conferencias diferentes y escriben en publicaciones diferentes a las de los astrónomos. También podemos apelar a otros argumentos presentados por Kuhn en su libro “La Estructura de las Revoluciones Científicas” cuando establece las características de lo que él denomina ciencia normal, a saber:

· Existencia de un paradigma dominante
· Un carácter dogmático
· Una racionalidad interna desplegada solo por los que comparten el paradigma
· Inconmensurabilidad entre paradigmas
· Progreso interno del supuesto conocimiento científico dentro de cada paradigma

Asimismo podemos darle crédito a Kuhn cuando afirma que de los paradigmas que sustentan la ciencia normal se derivan reglas que guían la investigación científica. Actualmente podemos comprobar las cantidades inmensas de dinero que se destinan en el mundo a experimentos (detección de neutrinos masivos, detección del decaimiento del neutrón) y a la fabricación sondas espaciales y aceleradores de partículas (sonda COBE, sonda MAP, acelerador LHC) con la finalidad de comprobar predicciones de la Teoría del Big Bang y de su aliada, la Teoría del Modelo Estándar de Partículas Atómicas.
Hasta aquí muy bien encaja Kuhn para explicar el rechazo que muestra la comunidad científica de astrónomos y cosmólogos respecto a la teoría del universo plásmico. Podemos citar por ejemplo al astrónomo Joseph Silk que nos dice: “es imposible que la teoría del Big Bang esté errada”. George Field de la Universidad de Harvard afirma: “existen indicios de que el Big Bang puede estar errado, es una cuestión de gustos de cuando se debe abandonar el barco, yo por mi parte soy conservador y me quedo en él por el momento”. Finalmente citemos a P.J.E. Peebles, pionero de la teoría del Big Bang que declara: “las ideas contenidas en la teoría del universo plásmico simplemente son tontas”, y a su colega de la Universidad de Princenton Jeremías Ostriker que asegura: “no hay evidencias observacionales, que yo conozca, que indiquen que fuerzas eléctricas y magnéticas sean importantes a escala cosmológica ”. Obviamente el Señor Ostriker no conoce las referidas evidencias experimentales, que ya han sido comprobadas por los defensores de la teoría plásmica, pues en las publicaciones que él lee no las publican, por cuanto los editores de revistas y journals de astronomía y cosmología que se encargan de aceptar o rechazar artículos, pertenecen a la ya mencionada “comunidad científica”.
Si nos entusiasmamos con las explicaciones que nos da Kuhn y confrontamos el tema de las anomalías, nos encontramos con que según este autor, una vez establecido un paradigma, la investigación procede en una forma similar a la solución de un “rompecabezas” y los fundamentos del paradigma no son objeto de duda, hasta que aparecen las anomalías. En el caso específico de la Teoría del Big Bang, cuya primera versión fue elaborada en 1931 por el belga Georges-Henri Lamaitre, doctorado en física en 1920 y ordenado sacerdote en 1923, las anomalías observadas dieron lugar a sucesivas nuevas versiones del Big Bang con hipótesis ad-hoc para salvar el paradigma, lo cual aparentemente no contradice a Kuhn.
Sin embargo, al cabo de setenta años de establecido el paradigma del Big Bang, y a pesar de innumerables anomalías observadas, éste sigue manteniéndose en plena vigencia, sin que se produzca la crisis del paradigma postulada por Kuhn. La pregunta que se plantea ahora es, el porque en otros casos en la historia de la ciencia las anomalías reiteradas han quebrado paradigmas (caso de la teoría del flogisto, de la dinámica aristotélica, de la óptica corpuscular o la óptica ondulatoria), pero en el caso del paradigma cosmológico, éste se mantiene aparentemente incólume.
La posible respuesta a ésta nueva pregunta que estamos planteando en la ponencia nos la da el físico sueco Hannes Alfvén, laureado con un premio Nóbel por sus trabajos en la física del plasma y creador de la teoría cosmológica del universo plásmico, la cual empezó a esbozar desde 1936. Alfvén plantea la tesis del “péndulo cosmológico”, que postula que la visión que tiene la humanidad del universo o cosmología oscila a lo largo de la historia entre dos extremos, uno mitológico y otro científico. El debate entre la cosmología del BB y la del Plasma, mas allá del enfoque paradigmático ya analizado, se puede ubicar como una pugna para hacer girar el péndulo cosmológico planteado por Alfvén de un extremo al otro.
Para Alfvén, la cosmología oficial de hoy en día, está basada en la misma visión mitológica que tenían los astrónomos del medioevo, y no en la tradición científica de Kepler y Galileo. El debate que se plantea dentro de esta aproximación pendular involucra más que dos visiones del universo y sus orígenes, realmente es una batalla entre dos maneras de aprender sobre el cosmos. Una de ellas, utilizando el método de aprendizaje basado en la observación, usado por la mayoría de los científicos de hoy en día y por los que están proponiendo las nuevas ideas en cosmología. La otra manera, utilizada por la comunidad científica de cosmólogos y teóricos de la física de partículas, es el método deductivo, que pretende deducir matemáticamente como debe ser el universo.
Al respecto, es importante anotar que la oscilación del referido péndulo no se produce en las etéreas alturas de las puras ideas. Desde la antigüedad, la forma en que las personas miraron el universo ha estado en relación con la forma como veían su orden social y las necesidades de su época.. El ser humano en el transcurso de la historia a proyectado sus ideas sociales hacia su concepción del universo, y a usado su visión cosmológica como una manera de justificar sus prácticas en la tierra.
Para concluir la ponencia, no olvidemos que la batalla entre las dos visiones del cosmos, la mitológica y la científica, a lo largo de la historia de la humanidad, está íntimamente ligada con las preguntas más cruciales relacionadas con la sociedad y el hombre. Preguntas tales como: “¿es el progreso y el mejoramiento continuo del ser humano posible?”, o “¿es natural que siempre haya clases sociales con su consecuencia de dominados y dominantes?”, han encontrado respuesta en la cosmología reinante en la época. En la edad media por ejemplo, la jerarquía existente en las esferas celestes del cosmos tolemaico se usó para justificar la jerarquía terrena de reyes, nobles, sacerdotes y siervos. Por otro lado, en el Siglo XVII, los luchadores por la democracia usaron el sistema Copernicano como un modelo de sus ideales de igualdad bajo una ley universal.
Concluimos recalcando que para entender el debate cosmológico de nuestros días, debemos hacer un seguimiento que considere los orígenes históricos de cada postura dentro del contexto social de cada época involucrada, lo cual nos permitirá responder a la pregunta que sirve de título a la ponencia.

Lima, Enero del 2001


Bibliografía
Lerner, Eric J.: The Big Bang Never Happened. New York: Random House, 1991.
Kuhn, Thomas S.: La Estructura de las Revoluciones Científicas. México: Fondo de Cultura Económica, 1971.
Thomas S. Kuhn, La Tensión Esencial. Fondo de Cultura Económica, México,1982.



Reseña: Mahner, Martin (2022). Naturalismo. La metafísica de la ciencia

(Trad. del alemán de Francisco José Mota Poveda). Pamplona: Laetoli, 236 págs. Por Manuel A. Paz y Miño, director de Neo-Skepsis   Mahner es...