EL ESCEPTICISMO EN LA ARGENTINA

(Foto de pensar.org)
Alejandro Borgo, es periodista, escritor, director de la revista Pensar, 
representante del Center for Inquiry en Argentina y 
miembro del Committee For Skeptical Inquiry (CSI).


Tal vez el primer argentino que escribió un libro sobre escepticismo fue Eduardo Goligorsky. El libro se llamó Contra la Corriente. Guía de mitos, tabúes y disparates para escépticos, herejes e inconformistas (Granica Edi,1972). En él, Goligorsky se pasea por una gran variedad de temas relacionados con el irracionalismo. Una joya imprescindible.

Allá por 1979, interesado en los fenómenos paranormales, me dirigí al Instituto Argentino de Parapsicología (IAP) para tomar un curso. En ese entonces, había leído un libro que atrajo mi atención: La parapsicología, de Robert Amadou. Si bien no descartaba la posibilidad de la existencia de la telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicoquinesis, tenía mis dudas. Luego del curso, empecé a investigar los fenómenos parapsicológicos en el IAP. Conocí a investigadores serios y, junto con Daniel De Cinti (1954-2020), pasamos a formar parte del equipo de investigación del Instituto.

Intentábamos replicar los experimentos «exitosos» que figuraban en las publicaciones que recibíamos: los journals de la Society for Psychical Research, del Reino Unido y de la American Society for Psychical Research de los Estados Unidos. Así, aprendimos estadística y diseño experimental. Con el tiempo, hicimos decenas de investigaciones sin resultado positivo. Éramos estrictos con los controles experimentales y no hallamos evidencia alguna de la existencia de la percepción extrasensorial. Dejé el IAP en 1987, después de 7 años de investigación seria, y me sentí decepcionado, al igual que muchos de mis colegas. Ya nos habíamos convertido en escépticos.

La idea de formar el CAIRP (Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia) surgió a fines de 1989 a partir de una conversación telefónica entre Enrique Márquez y un suscriptor argentino del Skeptical Inquirer, publicación oficial del CSICOP (Ahora CSI). Ambos convinieron en convocar a amigos de su entorno que podrían estar interesados en formar un grupo dedicado a desmitificar la pseudociencia. A fines de febrero de 1990 se concretó la primera reunión, a la que me sumé yo, Enrique Carpinetti (Kartis), Naum Kreiman, Rudyard Magaldi, Enrique Peralta (Marduk) y Benjamín Santos Pedrotti.

Fue así que en 1990 un grupo de estudiantes, profesionales e ilusionistas escépticos formamos el CAIRP. Los primeros integrantes fuimos Enrique Márquez, Alejandro Agostinelli, Enrique Pereira de Lucena (1956-2021), Enrique Carpinetti, Aldo Slepetis, Benjamín Santos Pedrotti, Heriberto Janosch, Ellen Popper y yo, junto con otros estudiantes y profesionales que compartían una visión escéptica de lo paranormal.

Muchos investigadores científicos se plegaron a nuestra iniciativa, entre ellos: el Dr. Celso M. Aldao (Universidad de Mar del Plata), el Dr. Fernando Saraví (Universidad de Cuyo) e Iván Tiranti (Río Cuarto, provincia de Córdoba). Luego se sumó más y más gente, curiosa por saber sobre qué trataban las pseudociencias. Entre ellos, Arturo Belda, Francisco Bosch, Orlando Liguori y otros.

En 1991 apareció la primera revista escéptica, que tuve el gusto de dirigir durante seis años: El Ojo Escéptico. Tanto el CAIRP como El Ojo Escéptico tuvieron una enorme repercusión en la Argentina. Empezamos a llevar a cabo una tarea de desmitificación de lo paranormal que nos llevó a la prensa escrita, la radio y la televisión. Durante años fuimos invitados a cientos de programas en los cuales tuvimos la oportunidad de mostrar «la otra cara de la moneda». Muchos de los programas en los que participamos se pueden ver en YouTube. Comenzamos a recibir cartas de docentes, periodistas y otros profesionales, se pusieron en contacto con nosotros pala colaborar con nuestra tarea. Carl Sagan aceptó ser Miembro de Honor del CAIRP. Lo mismo hizo Mario Bunge, quien en 1985 había intentado sin éxito crear una asociación similar a la nuestra. Así, comenzamos a dar cursos, conferencias, talleres en diversas instituciones, incluso en dependencias de la Universidad de Buenos Aires. Y por supuesto, nos pusimos en contacto con el CSICOP, la organización más importante dedicada a la desmitificación de la pseudociencia.

El CAIRP se disolvió en 2001 debido a que los que asumieron un lugar cuando ya no estábamos Márquez, Agostinelli y yo, desvirtuaron la labor del Centro.

Pocos años más tarde me uní al Center for Inquiry (CFI) y comencé a dirigir la revista Pensar, en 2004, en versión impresa. La revista tuvo cientos de suscriptores, pero debido a la crisis económica hubo que suspender su publicación en 2009. Luego retomamos la revista Pensar, pero esta vez online, pensar.org.

En 2005 tuvo lugar la Primera Conferencia Iberoamericana sobre pensamiento crítico, en Buenos Aires, con 21 expositores de varios países: Brasil, Chile, Paraguay, Argentina, Estados Unidos y España.

La tarea de desmitificar la pseudociencia sigue vigente, pero hace falta más gente, sobre todo profesionales, que se comprometan más en la lucha contra el charlatanismo.



 

 


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