SIN MIEDO A LA LIBERTAD: Cómo prevenirnos de las sectas destructivas

Manuel Paz y Miño
Director, Neo-Skepsis

Marshall Applewhite, 
líder de la Puerta del Cielo.

De vez en cuando ciertos grupos de las más diversas índole (religiosa, pseudocientífica, política, racial, esotérica, curanderil, paranormal, ovnilógica, etc.) hacen noticia debido a alguna práctica sui géneris ya sea en sus dietas cotidianas (una preferencia por ciertos alimentos en lugar de otros), en sus ropas y apariencia externa (adornos o trajes de ciertas formas y colores o dejarse muy crecidos el cabello y la barba), en sus hábitats y estilos de vida (sin tecnología moderna e incluso médica o en el campo), en sus relaciones personales (sólo consideran sus "hermanos" e incluso seres humanos a sus semejantes en creencias y prácticas), en su culto a lo "Supremo" (oraciones de cierta duración, tiempo y contenido o lugar, o por vía telepática).

Pero no siempre podemos ver con simpatía o como algo meramente inofensivo o ridículo sus enseñanzas, prácticas y rituales -no sólo porque pertenezcamos a otra religión o porque seamos arreligiosos o no creyentes-. A veces sus ideas fundamentales (dogmas) apuntan a algo muy lejano a la religión convencional en relación a lo "Trascendente" (Dios o el "más allá"), pueden llevar a sus seguidores a extremos que van desde la prohibición de atención médica convencional para los enfermos o una simple e indispensable transfusión de sangre hasta la (auto)mutilación, el asesinato y el suicidio colectivos. Entonces se habla de sectas o cultos destructivos.

Todo ello en nombre de la verdad, la voluntad o la justicia, a veces divinas o simplemente de un ser humano especial, "escogido", "enviado" o "superior" que supuestamente puede transmitir e interpretar la fuente de un conocimiento "supremo" o "absoluto". De esa forma tal "conocimiento" es considerado inmutable e infalible --literalismo fundamentalista--. (No necesariamente estaríamos hablando sólo de minúsculas sectas o subgrupos sino de religiones antiguas poderosas y muy bien establecidas. Recuérdese las castraciones alentadas por algunos grupos cristianos en la Antigüedad para evitar "la tentación de la carne" o simplemente para mantener infantiles las voces adultas de los coros eclesiales -esto se dio hasta el siglo pasado en Europa-, el caso Galileo, la persecución y represión de los "infieles" y "herejes" por parte de la Inquisición, las guerras religiosas entre católicos y protestantes o entre éstos y los musulmanes, y la contemporáneas asechanzas islámicas a las vidas de los escritores como Salman Rushdie y Taslima Nasrim. Y en la actualidad la mutilación de los clítoris de las niñas que ingresan a la adultez, práctica abominable de ciertos grupos primitivos de África del Norte así como los abortos inducidos de fetos femeninos en la India).

El fenómeno de las sectas no es exclusivo de los EEUU, país históricamente paladín de la libertad de pensamiento, culto y expresión y a la vez donde se han fundado, se fundan y se seguirán fundando toda clase de grupos, clubes, clanes, iglesias, asociaciones y sociedades. Cada uno de los cuales con propósitos, intereses y fines definidos legalmente establecidos o no (e incluso con sus páginas cibernéticas en Internet). En nuestro suelo latinoamericano también se alberga a un número no pequeño de filiales de sectas europeas, norteamericanas y asiáticas de todo tipo --además de haberse originado aquí algunas muy propias--.

Justamente durante la Semana Santa, marzo de 1997, en EEUU se produjo el suicidio colectivo (y asistido) por parte de los miembros del culto de la "puerta del cielo" que creían que al morir --como casi todas las religiones-- su alma iría a un mejor lugar que la tierra (¡a una nave en la cola del cometa Hale-Bopp!). Se creían seres extraterrestres encarnados en cuerpos materiales efímeros. Los varones ya se habían castrado con anticipación en centros de salud legalmente establecidos para no "pecar" --esto es para negar su capacidad sexual natural y corporal, cosa a la que también apuntan finalmente muchas religiones ya desde antiquísimas épocas-- (aquí habría que analizar la responsabilidad legal y ética de los médicos que hacen tales prácticas así como las de los que tratan de cambiar química y quirúrgicamente el sexo de infantes a pedido de sus padres). Los suicidas no era gente ignorante o sin profesión --algunos eran expertos en informática--, ni menesterosa o pobre económicamente. Eran gente exitosa en ese sentido. Pero les faltaba algo más, algo que llenara lo que el psiquiatra vienés Víctor Frankl llamó el "vacío existencial".

El materialismo simplón, vulgar y moral de sociedades donde se fomentan el aislamiento, el tedio, el aburrimiento, la falta de amor, de cariño o simplemente aprecio o que aliente cualquier otra cosa --como el "éxito" económico a toda costa, por una parte, o la miseria y el temor, por otra-- menos el aprender alguna forma o sentido de vida positivo -es decir, que favorezca nuestras cualidades más humanas para así llevar una vida equilibrada- o que simplemente nos enseñe a afrontar los diarios -y no pocas veces difíciles- problemas de la vida pueden hacernos buscar compañía, guía o ayuda en algún grupo -religioso o no- que nos prometa amor, felicidad y solución a nuestros problemas.

Tenemos el derecho de agruparnos con quienes queramos. Esto nos es indispensable como seres humanos normales. Lo grave y peligroso radica en que hay grupos que nos pueden privar de nuestra libertad de conciencia, de raciocinio y pensamiento --"lavándonos el cerebro", automatizando y homogenizando nuestra conducta--, de la expresión espontánea de nuestras emociones y gustos, de nuestro deseo de seguir estudiando y trabajando, de disfrutar la vida como personas adultas maduras e independientes, o peor aún, pueden desgraciarnos la existencia arrebatándonos nuestras irrepetibles y finitas vidas.

Existen --sobre todo en los países desarrollados-- grupos organizados especializados en educar, prevenir, rescatar y asesorar a aquellos atrapados en tales sectas destructivas -sean orientalistas, ufológicas o basadas en la Biblia- (Son sobre todo los jóvenes los que especialmente tienden a formar parte del conjunto de los nuevos prosélitos. Ellos son idealistas y rebeldes por antonomasia, buscan modelos que seguir, una meta por que luchar).
Muchas de tales organizaciones tienen entre sus más destacados asociados a, justamente, ex miembros de larga data anteriormente importantes en las diversas sectas. (De hecho en donde más existen estos grupos es en los EEUU pues ahí está el mayor número de sectas: casi unas 17,000 de las que no más de 2,050 son de tipo destructivo según la Red de Prevención de Cultos (CAN) de ese país. En el mundo iberoamericano también ha habido grupos que informan y alertan sobre ese tipo de cultos como Asesoramiento e Información sobre las Sectas (AIS) de Barcelona, Fundación Argentina para el Estudio de Sectas (FAPES) de Buenos Aires, Movimiento Humanista Arreligioso del Perú (MPHA-PERU) de Lima, el Movimiento Anti-Sectario de Arequipa (MASA-PERU). Además hay otros que advierten no solamente sobre la ovnilogía religiosa sino también sobre las pseudociencias en general como la Sociedad Mexicana Escéptica (SOMIE), el Centro Racionalista para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP) de Buenos Aires, Alternativa Racional a las Pseudociencias (ARP) de Zaragoza y el Comité para la Investigación de lo Paranormal, lo Pseudocientifico y lo Irracional (CIPSI-PERU) en Lima y, por supuesto, el prestigioso Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP) –llamado ahora Comité para la Investigación Escéptica (CSI)--  una organización internacional con sede en Amherst, Nueva York. Pero claro está unos grupos son más extremistas que otros y los que se suponen que defienden a la razón contra el mero dogma pueden convertirse en los nuevos cruzados de la fe).

Paradójicamente también hay asociaciones que tratan de respetar y defender la libertad de creencia de los que optaron inicialmente en ser componentes de alguna secta --aquéllas vinculadas y financiadas, era de esperarse, por ésta: el año pasado por ejemplo, la CAN fue disuelta judicialmente por intervención de la Iglesia Ciencia Cristiana o Cientología--. Esto es, estamos ante un problema fundamental de libertad de conciencia: ¿somos libres de creer en cualquier cosa? Sí, nadie nos puede prohibir cifrar nuestras esperanzas en, por ejemplo, las almas de personas muertas, en objetos o rituales que pueden atraer la buenaventura o las "energías positivas" del Universo, en determinados individuos que se presentan como "iluminados" o "maestros".

Pero ¿podemos, en base a nuestra fe, practicar cualquier cosa, no importa si nos hace daño (mutilación genital o corporal, explotación, crimen y autoeliminación)? ¡Por supuesto que no! Ni ética ni legalmente. Pero quien es miembro de una secta puede creer sinceramente que su fe y las acciones que ésta -a través de su maestro, gurú o profeta- le dicta provienen de una "Voluntad y Conocimiento Superiores" y así descartar las efímeras normas de su sociedad "materialista", "mentirosa" y "pecadora".

El derecho fundamental de libertad de creencia nos impele a respetar y tolerar cualquier fe o ideología sea de tipo religiosa, política y filosófica. Pero cuando una creencia o práctica está por sobre la vida humana tenemos el derecho y el deber de protestar, de advertir, de aconsejar, de opinar sobre los peligros del fanatismo irracionalista al cual cualquiera de nosotros puede caer si renuncia a la posibilidad de pensar y de razonar por su propia cuenta o de buscar y encontrar una fuente más confiable y demostrativa de conocimiento, para así buscarla en supuestas verdades infalibles, superiores, absolutas, esto es, autoritarias y totalitarias.

La discusión sobre las sectas puede hacerse desde diversos puntos de vista: teológico (una religión "x" normalmente se cree la verdadera y que todas las demás son falsas), científico -(a pesar de que ella sólo se ocupa de la realidad material la manifestaciones religiosas pueden ser estudiadas por la antropología, la historia, la sociología, la psicología, etc.), filosófico (el problema de la existencia de la verdad, de Dios, de una vida de ultratumba, del sentido de la vida, etc.) o simplemente de sentido común (¿nos conviene o no tal o cuál grupo, nos hace mejores ciudadanos, nos ayuda a ser mejores personas, esto es, seres independientes y autosuficientes?). Aquí sólo hay espacio para lo último y en lo cual teístas como no teístas estarán muy de acuerdo.

Aquí nos interesan cuestiones prácticas: ¿cómo evitar que los adolescentes y jóvenes -y algunos adultos- caigan en tales creencias y prácticas (auto)destructivas? Una respuesta fácil sería no creer en ninguna religión o ideología. Pero son pocos los no creyentes o incrédulos (ateos, agnósticos, ignósticos, escépticos, deístas). La mayoría de la gente ha sido educada en determinada religión, los problemas diarios de la vida hacen que muchos caigan en lo que el filósofo estadounidense Paul Kurtz llama la "tentación trascendental", esto es, creer en algo mágico, sobrenatural o superior que explique la existencia de la naturaleza y el hombre así como que provea la solución a sus problemas. Esta mayoría normalmente no es fanática o "muy creyente" en el sentido que puede experimentar su fe en ciertos y determinados momentos especiales de su vida (ritos o sacramentos, necesidad material o emocional, enfermedad o muerte) pero que normalmente luego viven como si su fe no afectase sus existencias. Sin embargo, no pocos de los que han sido criados en una fe históricamente predominante pueden encontrarla en algún momento "vacía" o "falsa" y entonces van en busca de una "verdadera" que los llene y satisfaga, que les pueda dar sentido y consuelo, una en donde se supone encontrarán a hermanos amorosos y cariñosos. (Y ahora que supuesta y muy discutiblemente estamos llegando al año 2000 del nacimiento de Jesucristo la ignorancia así como las doctrinas milenaristas y numerológicas de hecho alentarán la idea del "fin del mundo" o de un "juicio final" lo que provocará masivas y múltiples irracionalidades -por ejemplo, más suicidios colectivos e individuales así como persecuciones y ejecuciones de "chivos expiatorios" cosas que sucedieron en el 1000 anno domini-. Hay que estar muy alertas).

Lo primero que debemos saber es que ningún grupo (¡Claro está!) se presenta como manipulador, explotador o destructivo -en verdad no ha sido esa la intención primigenia de muchos fundadores o líderes-. Todo lo contrario: ofrecen de todo, desde la cura de la drogadicción, el alcoholismo, el cáncer y el sida, la solución a los problemas familiares hasta el verdadero camino de vincularnos con la Divinidad. Es más, siempre se les da una bienvenida y trato muy buenos a los recién contactados (se les hace sentir "especiales", se les da una consideración muy cordial). Luego, una vez que son convencidos a ser parte del grupo se les trata de separar y luego aislar de su hogar familiar y que abandonen también a las amistades de su "anterior" vida, su trabajo, estudios y hogar. Ya en este nivel no es difícil "programarlos" mentalmente para así manipularlos, explotarlos y (semi)esclavizarlos -desde trabajos de servidumbre o de ventas, de obrero industrial hasta siervo sexual-. El extremo fatal de todo esto son las mutilaciones y las muertes prematuras innecesarias.

¿Qué es lo primero que debemos hacer? La mejor arma contra las ideas son las ideas. Esto es, cualquier argumento puede ser rebatido con otro argumento. Debemos conocer las doctrinas básicas de la secta así como sus antecedentes históricos. Pero esto sólo funciona cuando el nuevo prosélito aún tiene comunicación con su familia y amistades. Y algo fundamental debe ser dicho aquí: así como que es mejor prevenir las enfermedades que tratar de curarlas cuando están muy avanzadas, debemos buscar alternativas positivas para nuestras vidas para así ofrecerlas a nuestros seres queridos o cercanos. Esto es debemos ofrecer mejores alternativas que la sinrazón, la manipulación, la explotación y la ignorancia. No existen recetas iguales para todos pero algo se puede derivar de lo dicho hasta aquí.

¿Qué hay que hacer cuando un ser querido (o conocido) deja a su familia, estudios o trabajo? Aquí el asunto es más difícil pues usualmente se le muda a un lugar lejano y no se sabe donde está. Aunque si se sabe dónde está y se le encuentra por más que se le hable él dirá: "estoy muy bien" o "soy feliz": Ya le "lavaron" y programaron el cerebro. Pero aún hay esperanza. Como ya hemos dicho existen grupos especializados en "desprogramar" justamente con ex miembros conspicuos de sectas. Pero es indispensable que el prosélito se quede unos días escuchándoles. Y normalmente no desea esto, así que se utiliza la fuerza física (rapto) para llevarlo a otro ambiente y así tratar de convencerlo. Esto puede durar horas o días depende del nivel de convencimiento (y claro sus "hermanos" pueden tomar las acciones legales respectivas). Y por supuesto no es algo agradable para el prosélito.

No obstante no todos tienen la "suerte" de que alguien critique o les muestre la verdadera historia de su secta. Pueden pasar años o toda una vida puede desperdiciarse sin que se uno se de cuenta de lo terráqueas, falsas o locas de las doctrinas que creía como verdaderas. A pesar de todo, de su submundo, de que sus razonamientos se hayan subyugados por su fe, el fanático o el "buen" creyente de muchos años puede contrastar en algún grado la irrealidad de la verdad, la sinceridad de la hipocresía. Y a veces puede librarse valerosamente por su propia cuenta aunque haya estado engañado muchísimo tiempo. Pero desgraciadamente en la mayoría de los casos no sucede esto sea por temor a la vergüenza o simplemente por conveniencia o costumbre.

La destructividad --explotación, mutilación consciente o simple maldad-- no es algo exclusivo de estos tiempos o de determinada ideología, es parte de la historia de los pueblos, es algo muy humano y aparece, como diría el neopsicoanalista alemán Erich Fromm, en ciertas circunstancias, cuando la constructividad --desarrollo, creatividad, solidaridad o la común bondad-- inherente del hombre no es alentada. Y cuando, a pesar de nuestras posibilidades positivas, las abandonamos irresponsablemente para arrojarnos a los brazos de la sin razón o dejamos a un lado nuestra libertad de decidir por nosotros mismos.

No importa si hemos sido muy bien educados o no, si nuestras familias tienen una buena posición económica -aunque mientras más problemas se tengan más puede uno ser empujado a buscar ayuda en supuestas fuentes privilegiadas humanas o sobrenaturales-, si se nos ha dado mucho amor y cuidado en nuestra infancia o no, en ciertos momentos y circunstancias toda clase de sectas pueden atraernos con ofertas celestiales y salvadoras y prometernos hermosos paraísos en el más allá a cambio del infierno en el más acá.


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