ZETÉTICA Y LA DESMITIFICACIÓN CIENTÍFICA DE LAS SUPERSTICIONES:

ENTREVISTA A HENRI BROCH 


Premio de 200,000 euros ofrecido a quien pruebe que tiene un poder paranormal
(imagen tomada de http://unice.fr/zetetique)



(Foto de https://www.astro.uantof.cl)


Eduardo Unda Sanzana, Ph.D. en Astronomía, Universidad de Southampton y Director del Centro de Astronomía  de la Universidad de Antofagasta  

Henri Broch, Doctor en Ciencias, es el fundador del Laboratorio de Zetética de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Niza. Es autor de más de 150 publicaciones y varios libros como Magos, gurus y sabios. Una explicación sencilla de lo inexplicable (2007) y Conviértase en Brujo, conviértase en sabio (2003), co-escrito con el premio nobel de física George Charpak, fue el que nos introdujo en el concepto de Zetética, disciplina que promueve el pensamiento escéptico al analizar y desmitificar científicamente los fenónemos paranormales, pseudociencias y supersticiones de toda clase. 




Henri Broch 
(foto de https://cortecs.org)

 

Para indagar más sobre la Zetética (que en griego significa búsqueda, inspección) contactamos a Henri Broch, quien amablemente accedió a responder las interrogantes que le planteamos. Sus respuestas y reflexiones, a continuación. 

 

¿Cómo llegas a interesarte por la desmitificación científica como línea de trabajo? 

 

Un acercamiento desmitificador de los llamados fenómenos paranormales será siempre percibido como negativo y raramente traerá la adhesión de los periodistas y del público. Es necesario entonces realizar un acercamiento positivo de la pregunta y explicar que no se busca probar que aquello no existe (lo que sería incluso una imposibilidad lógica), sino mostrar cómo funciona la ciencia, cuál es su método y cuáles son los resultados que se pueden obtener sin realizar experiencias complicadas o extremadamente sofisticadas a nivel de equipamiento. 

 

Cuando me preguntan por qué estoy en CONTRA de los fenómenos paranormales, yo respondo que ésa es una presentación muy abusiva y negativa de mi aproximación. La invierto entonces pues, de hecho, yo estoy POR una aproximación seria, POR el desarrollo del conocimiento, POR la difusión de la verdad... 

Es esta aproximación positiva de la pregunta la que, según mi opinión, permite interesar a los estudiantes y a un público más amplio. 

Podríamos resumir mi posición diciendo que es relativamente difícil explicar qué es la ciencia y es mucho más fácil mostrar lo que ella no es. 

Y los llamados fenómenos o experiencias de parasicología, espiritismo, hechicería, radiestesia, astrología y otros dominios paranormales son el soporte ideal para esta empresa, que permite compartirlo con el mayor número de personas. 

 

La idea de Zetética es poco conocida, y la aplicación que tú has hecho de esta idea es algo sustancialmente nuevo. ¿Cómo se gestó la idea de un laboratorio de zetética en la universidad dónde trabajas? ¿Fue inmediato el apoyo de la universidad a la idea? 

 

La idea de Zetética es efectivamente poco conocida y es este aspecto el que me ha hecho escoger el término para designar la empresa que realizo. Un término poco conocido permite evitar toda connotación negativa que otro término (conocido) caracterizaría la gestión científica que podemos realizar. 

 

El hecho de retomar la antorcha prometeica, siempre presente desde los griegos de la Antigüedad pasando por el siglo de las Luces en Francia (incluso si estuvo desgraciadamente en ciertas épocas bajo la forma de una pequeña vela en la noche) ha sido para mí una motivación particularmente fuerte. Esta motivación fue muy necesaria, ya que fue muy difícil hacer tomar conciencia a mis colegas de la necesidad de esta empresa. 

 

La creación del laboratorio de Zetética no fue una cosa verdaderamente fácil, ¡lejos de eso! En un principio había creado en los años ’80 un método de enseñanza centrado únicamente en los instrumentos y métodos de la Física. Poco a poco esta enseñanza se fue focalizando, a nivel de utilización de ejemplos concretos, sobre los fenómenos presentados como paranormales, ya que la experiencia me ha demostrado por lejos que es el medio más eficaz para hacer comprender bien a los alumnos el verdadero sentido de la ciencia. Esta enseñanza luego se amplió al conjunto de dominios científicos (no solamente a la física), y algunos años más tarde, en 1993, creé en la Universidad de Niza la primera catédra de Zetética, esta vez con el apoyo de los responsables, ya que la demostración de la utilidad y sobre todo la eficacia de este tipo de enseñanza había sido concretamente probado en terreno. 

Pero, para pasar de una cátedra relevante del Departamento de Física a la creación de un laboratorio, no había en principio ningún apoyo de la Universidad e hicieron falta 5 años para convencer a los responsables que una estructura tal podía ser útil. De hecho, el elemento realmente detonador para la creación del laboratorio de Zetética ha sido el soporte financiero de mi colega belga, científico y amigo, Jacques Theodor; quien, disponiendo de recursos personales importantes y compartiéndolos completamente con mi empresa, decidió dar el golpe de gracia financiero necesario para la creación del laboratorio. Se le informó al decano de la Facultad de Ciencias que supo tomar esta oportunidad. Entonces las gracias sean dadas a Jacques Theodor por este apoyo. 

 

¿Cuál dirías tú qué es la importancia de la desmitificación científica para una persona común, que no tiene a su cargo decisiones que afecten a grandes grupos de personas sino sólo a su familia. ¿Importa saber ciencia? ¿Importa que la gente maneje conceptos de zetética particularmente? 

La importancia de una difusión de la Zetética, de la metodología científica, en resumen, de lo que yo llamo “El Arte de la Duda” a nivel de un público más amplio (y no simplemente a nivel de personas que tengan a su cargo decisiones que afecten a grandes grupos de individuos) es de una importancia crucial en mi opinión. ¿Por qué? Simplemente porque esta actitud científica y el comportamiento civil necesitan, de hecho, el mismo terreno mental-moral específico para su desarrollo. Una sociedad verdaderamente democrática presupone necesariamente ciudadanos aptos para la reflexión. 

No es suficiente entonces informar a los niños y jóvenes de hechos duros o de difundir un conjunto de conocimientos. Una educación 

tal no sería otra cosa que un aprendizaje de rutina e iría en contra del objetivo buscado. Es necesario incitar de manera complementaria el desarrollo en el individuo de la inteligencia crítica, del escepticismo. Este objetivo clave es 

muchas veces olvidado. Tampoco es suficiente, para formar ciudadanos responsables, dar a los adolescentes, durante su escolaridad, el dominio de una especialidad o de una profesión. Esto es necesario, pero no suficiente. Una de las tareas principales deber ser otorgarles la posibilidad 

de probar sus ideas, de evaluar hipótesis bajo una forma u otra, de apreciar argumentos en su justo valor; en resumen, de hacerlos adquirir o desarrollar un comportamiento objetivo e imparcial con respecto a la información recibida. 

Es necesario igualmente cuidarse de imaginar que el simple hecho de estar en una sociedad científica y técnica avanzada implica una eliminación rápida del pensamiento irracional. Al contrario, yo ya he mostrado que si no tomamos precauciones, existe el peligro que la ciencia misma sea penetrada por modos de pensamiento no raciones y penetrada con mayor razón de manera más fuerte, puesto que la técnica toma una importancia cada vez más necesaria. La ciencia moderna, por su complejidad, parece haberse vuelto casi incomprensible; sus resultados, independiente de cómo sean presentados, son tan increíbles o casi  inentiligibles como los efectos de la magia y he ahí el peligro. 

Existe una necesidad de encuesta popular y no solamente a nivel de profesores sino de toda la población. Es en este ejercicio de explicación sobre desarrollo y el espíritu de la ciencia que, paradojalmente, las seudo-ciencias tienen un rol positivo a jugar. Las falsas ciencias tienen un poder de resultado nulo, lo que quiere decir que no se les puede atribuir ningún progreso y, por lo tanto, podemos tener por el ejemplo mismo de su despropósito que contribuyen al progreso de la razón y a una difusión más amplia de la zetética a nivel de nuestros conciudadanos. 

Ofrecer a cada persona las herramientas necesarias para una reflexión sobre lo paranormal permite una reflexión sobre lo que está en juego: las elecciones científicas y tecnológicas que marcarán necesariamente su futuro. 

 

En Chile hemos sostenido de manera directa diálogo con personas que defienden explicaciones paranormales a ciertos fenómenos. Muchas veces estas personas afirman hacer “investigación” que no es tomada en cuenta por una “comunidad científica de mente cerrada”. Al conversar con quienes hacemos ciencia o divulgamos ciencia, el diálogo no siempre se da de 

la mejor manera... ¿Cómo ha sido tu experiencia al plantear explicaciones científicas a algunos fenómenos, implícitamente echando por tierra el trabajo de quienes lo investigan como algo paranormal? 

 

Nosotros hemos lanzado hace mucho tiempo lo que se ha llamado “El Desafío Internacional Zetético” dotado en los últimos años de un premio final de 200.000 Euros. Es un “llamado a prueba” a toda persona que se pretenda dotada de un poder “paranormal”; siendo suficiente que la persona nos haga la demostración de su don en circunstancias claramente definidas desde un comienzo y de común acuerdo. Este reto ha durado 15 años, desde 1987 a 2002 y ha sido para nosotros la ocasión de establecer contacto y encontrar a numerosas personas (264 médiums en total han tomado el desafío) afirmando tener poderes paranormales. 

 

El primer punto fuerte que se ha despejado de todos estos contactos que hemos tenido es que, en la gran mayoría de los casos, las personas que reivindican estos dones paranormales lo hacen de manera desinteresada y sobre todo creen sinceramente tener poderes que podrían demostrar fuera de los tests de prueba. Nos hemos sorprendido de ver hasta qué punto estas personas no tienen la menor idea de lo que significa una prueba, un control doble o simple ciego, etc, o incluso simplemente poder controlar la existencia del fenómeno antes de lanzarse en dar grandes teorías explicativas. Con estas personas, hemos establecido y guardado, salvo raras excepciones, un buen contacto con simpatía y las relaciones se han desarrollado en un ambiente francamente cordial y sin ningún prejuicio a priori. 

 

Por el contrario, si consideramos, no a las personas que alegan tener poderes y que se presentan al desafío, sino a los parasicólogos que han estudiado a estos médiums o casos equivalentes, la reacción ha sido bastante virulenta y algunas veces, grosera e insultante. Pareciera que la revisión a costa de su credibilidad, de su sustento o forma de conseguir fama no es muy apreciada por el lado de los metafísicos, parasicólogos y otros gurúes. 

Pareciera que su reacción ha sido a la medida de nuestra eficacia; esta reacción un poco “de piel” de los parasicólogos nos ha confirmado la precisión del tipo de acercamiento que hemos emprendido. Y cuando, no teniendo ningún argumento, los parasicólogos nos señalan cosas como “la comunidad científica tiene el espíritu limitado (corto de luces)”, “los científicos tienen el espíritu cerrado a toda iniciativa innovadora”, yo respondo simplemente que, como ya lo decía hace mucho tiempo un biólogo, tener el espíritu abierto no significa abrirlo a tonterías. 

 

¿Por qué crees que las explicaciones paranormales a un fenómeno se difunden tan amplia y rápidamente, mientras las explicaciones científicas quedan relegadas generalmente a las aulas de clase? ¿De quién es la responsabilidad? 

El problema actual se plantea, sobre todo con los medios de comunicación, esencialmente 

en aquellos que podemos llamar “electrónicos” (radio, TV, Internet,...), que ofrecen una caja de resonancia extraordinaria a las reivindicaciones paranormales. De esta manera, contrariamente a lo que pasaba hace unos pocos decenios atrás cuando un fenómeno no tenía mas que 

un renombre muy local, en estos momentos es suficiente que un pequeño poltergeist empiece a hacer rabiar a una pequeña ciudad belga para que CNN entregue a todo el mundo esta información. 

 

Es más, asistimos muy seguido en este momento a una verdadera deriva deontológica (1) en el medio periodístico, en el sentido amplio de la palabra: mentiras caracterizadas son difundidas por ciertas emisiones y ciertos responsables 

de los medios no dudan en sacrificar la verdad sobre el altar audiomático y... el beneficio financiero. Ciertos medios no son a este punto los portadores de luz que esperaban fueran, a menudo sus propios fundadores. Ellos no entregan a sus lectores- auditores- televidentes sino lo que estos últimos esperan, son “traductores” de una demanda. En efecto, 

crean esta demanda y en seguida son una mina de respuestas. No son neutrales, al contrario, acentúan la difusión de las creencias en todos estos fenómenos. 

Incluso el medio educativo que debería contrarrestar un poco esta deriva mediática desgraciadamente no cumple esta tarea salvo en raras ocasiones, y por ende estamos en presencia de un desarrollo de las creencias paranormales en el 

medio educativo. Es necesario entonces, en mi opinión, volver a cero en el nivel de la enseñanza, desde las clases más pequeñas y permitir así que se desarrolle el germen del espíritu crítico en los niños que serán los ciudadanos del mañana. 

 

Otra razón esencial para el desarrollo de las paraciencias es que vivimos actualmente una fase particular de modificación de los procesos de adquisición de conocimientos. 

La expansión de la información es, en efecto, esencialmente caracterizada por una exageración de la imagen visual y de la sensación inmediata, en detrimento del símbolo escrito y del análisis detallado (demostrable). En tanto que medio de comunicación, la escritura permite un análisis detallado, construido, crítico y disponible 

sobre un intervalo de tiempo consecuente, mientras que los medios actuales entregan un rol creciente a la imagen instantánea y a los estímulos que activa. Y esto es independiente del sujeto tratado, ya sea que hablemos de los fenómenos paranormales o de otra cosa. Esta sustitución de la pareja símbolo escrito 

+ análisis demostrado por la pareja imagen visual + sensación inmediata corresponde a un progresivo y solapado reemplazo de la razón por la sensación. 

Hay gente que opina que quienes hacemos divulgación científica somos personas aburridas, porque le quitamos la fantasía al mundo. ¿Qué responderías a eso? 

 

Efectivamente, uno le reprocha a menudo a los científicos el quitar el sueño y la fantasía que existe en el mundo y de ser personas aburridas. No hay nada más falso y es suficiente ver la atracción que puede ejercer sobre el público una exposición científica bien hecha y bien presentada. El científico, aunque conozcamos poco sobre su materia y aunque no tenga una presentación oral contundente, llega a hacer soñar a su auditorio, incluso si es sobre una materia científica un poco especializada o árida. [nota del editor: tómese como ejemplo el enorme éxito que tuvo la emisión de la serie televisiva Cosmos, presentada por el carismático Carl Sagan] 

 

La ventaja que presenta el tema de los fenómenos paranormales como gancho para el público es innegable, ya que un gran número de personas tienen una atracción fuerte por este tipo de temas y es entonces, con mayor razón, más fácil de mostrar que el sueño y la imaginación se encuentran del lado de los zeteticistas (quienes conciben bonitas y simples experiencias permitiendo probar las reivindicaciones de base de los médiums, dando entonces la prueba de un espíritu realmente abierto a la novedad y siempre listo a considerar las numerosas posibilidades) y no del lado de los parasicológos (que al contrario de la presentación que ellos buscan darse, son esencialmente dogmáticos, dan vueltas a experiencias que se remontan a décadas y no han evolucionado un ápice desde sus posiciones iniciales o sus “explicaciones”). Es necesario entonces decirle al público que nosotros estamos por el sueño, por la investigación, por el progreso. En una palabra, por la Humanidad. 

Un buen investigador necesita información, herramientas e imaginación. En efecto, la racionalidad científica no impide en nada la libertad de pensar o soñar y la imaginación es incluso uno de los componentes fundamentales del ser humano y se encuentra en su lugar, ya sea en la ciencia o en otra parte. Es necesario simplemente vigilar de no confundir poesía, hipótesis de salón e hipótesis de trabajo; es por esto que yo me dedico a recordar sin descanso que el derecho a soñar tiene aparejado el deber 

de vigilancia. 

 

Considerando que al menos una parte de la ciencia ficción trata con mundos fantásticos, en los cuales ocurren fenómenos imposibles en el nuestro, ¿crees que este tipo de creación tiene un efecto nocivo en el entendimiento popular de la ciencia? Si no, ¿cuál crees entonces que es la relación que debe existir entre ciencia y ciencia ficción? 

 

No pienso que la creación de obras de ciencia ficción puedan perjudicar la popularización de la ciencia. Al contrario. Sin embargo, todo depende de lo que entendamos por ciencia ficción. Si bajo el vocablo ciencia ficción colocamos obras como los delirios de arqueología-ficción de personajes inescrupulosos como el señor Von Daniken y otros escritores que dejan entrever que lo que escriben corresponde a la realidad, estamos en presencia de escritos nocivos que perjudican ciertamente a la difusión del conocimiento científico al público. 

 

Si, por el contrario, bajo este vocablo colocamos obras como las de Julio Verne o Isaac Asimov, ahora nos encontramos en presencia de lo que puede ser la más bella aproximación a la popularización de la ciencia. La ciencia ficción de Julio Verne está basada en las posibilidades técnicas de la época (por ejemplo, contrariamente a lo que el público piensa a menudo, Julio Verne no predijo ni el submarino ni la escafandra autónoma, que ya existían en la época como realizaciones concretas y que funcionaban perfectamente) y permite explorar algunas vías futuras, pero el interés del relato reposa esencialmente sobre la trama de la historia. Nos encontramos con un relato de exploración que presenta aspectos científicos poco conocidos al público y que entonces hace de obra de difusión del saber científico. 

 

Isaac Asimov es a menudo presentado como el Autor (con A mayúscula) de ciencia ficción con una imaginación desenfrenada. Es reconocido casi unánimemente como escritor de este género muy específico y su faceta de divulgador científico es a menudo ignorada. Asimov nos demuestra que la ciencia ficción no es para nada incompatible con la popularización de la ciencia y podemos muy bien juntar las dos. 

Asimov siempre dirigió una acción en favor de la difusión del método científico, de una difusión desmitificadora de gurúes, espíritus torcedores de cucharas y otros utensilios, y esto paralelamente a sus libros de ciencia ficción y sus desfiles de robots. Todo esto mezclando imaginación, conocimientos científicos y técnicas más espíritu lógico y deductivo. Lo anterior prueba que la ciencia ficción y la popularización de la ciencia pueden hacer buen equipo. La divulgación científica puede tomar diversas formas y no deberíamos despreciar ninguna. 

 

Nota 

(1) Obrar de acuerdo a la ética. 

 

 

Traducción: Patricia Corona, Bernardita Ojeda 

 

(Publicado originalmente en la revista TauZero nro. 24, Santiago, marzo del 2008, pp. 19-24) 


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