PENSAMIENTO CRÍTICO PARA LA VIDA COTIDIANA (1)
El pensamiento crítico
Los seres humanos, podemos tener distintos tipos de ideas o pensamientos sobre lo que nos rodea, nos interesa y preocupa: lógicos, racionales, complejos, deductivos, inductivos, analíticos, creativos, convergentes, divergentes, mágicos, irracionales, críticos, etc.
En este artículo, nos centraremos en el pensamiento crítico que ha sido definido de diversos modos sobre todo en la psicología. Nosotros, desde un punto de vista filosófico, lo definiremos como:
El tipo de pensamiento que se caracteriza por cuestionar la validez de diversos conceptos, opiniones e interpretaciones sobre la realidad, tanto natural como social, encontrándolos contradictorios, falsos, equivocados, prejuiciosos, carentes de lógica o sin fundamento ni verificación racional o empírica (2).
Es decir, con el pensamiento crítico podemos poner en duda una serie de ideas, nociones e informaciones que recibimos a diario sobre un sinnúmero de cosas, especialmente si no tienen un correlato verificable con los hechos y no están libres de: dogmatismos, suposiciones, supersticiones, chismes, difamaciones, creencias religiosas, toda clase de ideologías, afirmaciones pseudocientíficas, autoengaños e intereses ajenos a la imparcialidad, la equidad y el respeto por la verdad.
La vida cotidiana
Frecuentemente en nuestro cotidiano vivir, desde nuestra más tierna infancia hasta nuestra inevitable muerte, en la casa, la escuela, el trabajo y en cualquier otra parte, todos captamos y entramos en contacto con ideas y actitudes de diversas personas que nos las comunican de más de una manera.
En el hogar, los niños aprenden e imitan los buenos y malos ejemplos de los mayores que los han criado: sus debilidades y fortalezas, sus maltratos y cariños, sus miedos y bravuras, sus mentiras y verdades, sus hipocresías y sinceridades, o se les ordena decir la verdad a toda costa, o, peor a mentir para ocultar carencias o justificar incumplimientos.
En la escuela, hay alumnos que pueden sufrir acoso y ser objeto de burlas y agresiones físicas por parte de sus pares abusivos, acomplejados o traumados, y hay otros que, para no ser excluidos, pueden llegar a imitar comportamientos negativos, como el bullying o el plagio, del grupo al que pertenecen. Además los estudiantes deben seguir determinadas pautas de conducta, sean pedagógicas, morales, religiosas o cívico-patrióticas bajo el escrutinio de sus maestros que les calificarán con notas aprobatorias o no. Cosa similar sucede, una vez terminada la escuela en el centro de educación superior o de labores.
En los institutos y universidades, los alumnos también pueden sufrir acoso y ostracismo, o a su vez acosar a otros y plagiar. Pero finalmente están supeditados al poder de sus profesores, que pueden además de aprobarlos con nota sobresaliente, llegar a reprobarlos caprichosa e injustamente.
En el trabajo, los obreros y empleados están sujetos a sus jefes en el marco de ciertas leyes laborales que pueden beneficiarlos o perjudicarlos según sea el caso que les pueden hacer trabajar más de 8 horas diarias o recibir salarios de hambre.
A su vez, diariamente, los medios de comunicación nos bombardean con noticias que muy bien pueden ser parcializadas, tendenciosas e interesadas, además de no propalar ciertos eventos graves e importantes y denuncias contra las autoridades y los poderosos económicamente. Y, por otro lado, abundan en las redes sociales, donde cualquiera puede escribir lo que le venga en gana y hasta firmar con pseudónimo o usurpando una identidad ajena, las noticias falsas, creadas ex profeso para distraer y engañar al público.
De otro lado, las leyes y las políticas que rigen las relaciones sociales, familiares, laborales y que rigen a una sociedad pueden estar supeditadas ya no solamente a los designios de las minorías empresariales de un país sino a los de las transnacionales que explotan a los trabajadores locales, se apoderan de los recursos naturales y peor, contaminan gravemente los ecosistemas que invaden.
Eso explica, en cierta medida, porqué desde hace siglos hay naciones ricas en recursos naturales y pobres en desarrollo tecnológico. Estas naciones padecen gobiernos que no trabajan para servir a la ciudadanía mayoritaria (muchas veces obligada a elegir entre candidatos improvisados, incapaces y ladrones), a la que se deben, sino para beneficiar los intereses subalternos de una minoría poderosa a la que protegen con normas, leyes y represión para los que la atacan y se le rebelan. Son gobiernos demagógicos y corruptos, vendidos al mejor postor local o foráneo, traidores del voto ciudadano que los eligió creyendo ingenuamente en sus promesas falsas, con presupuestos mínimos para la salud y educación públicas. Eso ha quedado más evidente en esta época de la pandemia del coronavirus.
En las relaciones sociales no falta entonces quien abuse o perjudique a otros y para remediar o detener esa situación está la aplicación de la ley --sea en el ámbito civil, familiar, laboral, comercial, tributario, penal-- que es materia de estudio del derecho. Para los abogados, entonces, es fundamental cómo presentar y elaborar el caso según las normas debidas, presentar las pruebas correspondientes, cómo argumentar y cómo contraatacar las falacias de los oponentes, y así castigar las injusticias, las faltas y los delitos, además de defender a los denunciados sean o no inocentes, según sea el caso. Pero todo eso no será suficiente en un sistema legal lento, ineficiente, decadente y corrupto.
Asimismo, para mantener nuestra vida son esenciales las transacciones económicas y comerciales para adquirir y consumir productos y servicios indispensables a través de su intercambio por dinero que, normalmente se obtiene a través de la venta e nuestra fuerza de trabajo. En cambio, el consumismo de comida en restaurantes de lujo (es más económico prepararla en casa), y el de productos vanos e innecesarios para una vida sana y contenta, aliena a los ciudadanos que van tras ellos cual fetiches mágicos. Con la cuarentena muchos se han dado cuenta de eso también, de que pueden cocinar en casa y así gastar menos.
En cuanto a las relaciones sentimentales, se nos concientiza y adiestra desde niños a tener una pareja bajo la premisa del amor “para toda la vida” o, según el lema religioso, “hasta que la muerte nos separe”, y reproducirnos dentro de una familia. Pero basta con experimentar la realidad de lo complejo que es convivir con otra persona durante varios meses, años, y ni hablar de décadas, para desmentir lo idílico de las relaciones vitalicias de pareja. Por desgracia, la realidad nos puede llegar a mostrar en toda su crudeza, que algunas de estas relaciones pueden terminar violenta y hasta mortalmente cumpliéndose así irónicamente el cliché religioso.
En las relaciones amicales, muchas veces llamamos amigos a nuestros simples conocidos, a la gente con que nos relacionamos diariamente en el centro de estudios o labores o que queremos que nos acompañen a pasar el tiempo o que nos hagan algún favor. “Amigos” que pueden hablar mal de nosotros o hasta perjudicarnos. Solo cuando padecemos alguna enfermedad o necesidad y estos amigos nos vivitan o apoyan pueden ser llamados amigos de verdad.
Por supuesto que la constante domesticación y la falta de pensamiento crítico se acrecientan con la enseñanza, desde la más tierna infancia, de ideas mágico-religiosas donde se asume como cierta la existencia no comprobada de seres sobrenaturales que incluso pueden ejercer su influencia en este mundo material y, por supuesto, en los seres humanos. Estas ideas maduran a través del conformismo o la presión social en que el individuo tiene que seguir la corriente más fuerte o mayoritaria, caso contrario, sería estigmatizado y separado. Y se asumen también como verdaderas por los creyentes cuando éstos ven la mano divina en las coincidencias entre sus oraciones y la realidad.
También la creencia en lo paranormal, que es una variante de lo mágico, y que se basa en cierta concepción espiritualista del mundo, puede acrecentarse por falta de información científica, cayendo así en interpretaciones erradas de supuestos fenómenos parapsicológicos que muy bien podrían explicarse sobre bases puramente naturales y ambientales (físicas, químicas, biológicas) o humanas (psicológicas, sociales, culturales).
El pensamiento crítico y la vida cotidiana
Evidentemente, el pensamiento crítico nos podría ayudar a vivir menos engañados y desenmascarar los falsos discursos sobre el mundo y nosotros mismos. Por eso es muy importante desarrollarlo y entrenarlo.
De ese modo, podemos cuestionar los discursos, las aptitudes y las relaciones de poder dentro de la familia, la pareja, los amigos, la sociedad, los medios de comunicación, las empresas, la iglesia, la escuela, la universidad, el trabajo o el gobierno.
Por ejemplo, conforme dejamos nuestra infancia y entramos a la adolescencia, se nos hacen más notorios los defectos, las debilidades y/o los maltratos de nuestros padres o muy allegados, que nos podrían producir decepción y/o resentimiento perdurable hacia ellos o un recuerdo constante que nos impida repetir sus faltas. En consecuencia, hay que ir más allá de la crítica, buscar la superación del error.
Paralelamente, siempre podemos formarnos una imagen distorsionada de nosotros mismos, de nuestras reales capacidades y limitaciones, la misma que colisiona con la que tienen de nosotros los demás y de la que realmente se acerca más a lo real. Siempre es muy difícil el ser objetivo con uno mismo. Para eso puede ayudar o no la opinión de nuestros seres queridos y amigos cercanos.
También el pensamiento crítico puede ayudarnos a no caer en relaciones pareja tóxicas de dependencia, sometimiento y/o maltrato. Aunque en las relaciones sentimentales los sujetos enamorados viven una ilusión y un enceguecimiento temporales por los cuales no ven los defectos del otro quien es el objeto de su amor y deseo. Eso se supera con el tiempo, la reflexión y el sentido común salvo que se persista torpe, masoquista y continuamente en el error.
De manera semejante, en las comunes actividades comerciales el pensamiento crítico puede ayudarnos a evitar hacer compras innecesarias, ser sorprendidos o estafados al adquirir algún producto o pagar por algún servicio. Normalmente no estamos pensando cada día y hora que los demás nos harán daño o mentirán, pero eso sucede en todas partes.
Por su parte, ciertamente no todos nuestros conocidos son nuestros verdaderos amigos. Parafraseando a Aristóteles, es algo raro tenerlos. Y uno solo ya es bastante: alguien que está contigo en las buenas y en las malas, alguien que no se deja llevar por las calumnias contra ti que provienen de tus enemigos, presas de la envidia y el odio. El pensamiento crítico nos puede ayudar a distinguir una amistad verdadera de una falsa, basada en la necesidad, el interés o la mera circunstancia.
A su vez, ante el bombardeo de noticias sobre la vida y las opiniones de gente pública como modelos, bailarines, cantantes, deportistas, etc., incluso extranjera, podemos preguntarnos y cuestionar el propósito de los titulares y las entrevistas: ¿qué buscan, a qué apuntan? ¿Por qué quieren que conozcamos y nos preocupemos de cosas privadas que no nos compete? ¿Por qué no se propaga educación y cultura? ¿Por qué no se solicita y publica las opiniones de los expertos sobre problemas nacionales concretos?
Por otra parte, ante la fe religiosa impuesta en nosotros desde muy pequeños, podemos cuestionar el fundamento de las creencias en lo divino y en una conciencia post mortem mismas que, finalmente, no necesitan de pruebas para su aceptación y que nuestras necesidades psicológicas, económicas y sociales alimentan día a día, pero que no resisten el examen lógico por lo general.
Además, de todo lo que se enseña en las escuelas, ¿qué servirá luego para la vida, o incluso para la enseñanza superior? ¿Qué se les enseña a los niños y jóvenes en la educación pública pagada con los impuestos de los ciudadanos? ¿A cuestionar o a aceptar calladamente lo que se le imponga que crean y acepten? ¿Se les enseña a ser futuros ciudadanos capaces de pensar autónomamente? ¿Hay alguna conspiración planificada detrás de eso?
En relación a la situación laboral y económica de países como el nuestro, ¿por qué el sueldo mínimo es inferior al de la canasta familiar promedio? ¿Por qué se tiene que trabajar más de 8 horas diarias y no recibir, dentro de ciertas normas y prácticas, ninguna compensación por las horas extras? ¿Por qué los docentes, formadores de los futuros ciudadanos, ganan sueldos más bajos que otros profesionales? ¿Por qué diversas trasnacionales no cumplen impunemente con pagar todos sus tributos de ley?
Y sobre nuestro sistema electoral, ¿por qué debemos votar cada cierto número de años por autoridades como alcaldes, congresistas, gobernadores o presidentes? ¿Por qué los cargos no son más rotativos? ¿Por qué cualquiera puede ser candidato no importando que esté preparado o no para el cargo que postula? ¿Por qué solo si se tiene cierta cantidad de dinero se puede candidatear? ¿Por qué no se nos pide nuestra opinión y voto en la promulgación de nuevas leyes o la anulación de viejas ya obsoletas? ¿Por qué no podemos elegir nuestros jueces y fiscales como en otros países?
Conclusiones
El pensamiento crítico nos puede y debe ayudar a tener una vida más plena, libre de manipulaciones y explotaciones, así como de auto ilusiones y engaños y, por ende, de frustraciones y penas, cosas que se dan frecuentemente en las relaciones humanas. Demanda que reflexionemos y cuestionemos sobre cómo va nuestra vida, en qué y cómo usamos nuestro tiempo, qué clase de gente nos rodea y con la que tratamos diariamente, qué estudios profesionales se ajustan más a nuestras capacidades y vocación, la clase de trabajo que tenemos, las creencias y prácticas religiosas de los demás, las tradiciones que practica la mayoría, qué clase de gobernantes tenemos, qué libros y revistas leemos, qué páginas web, series televisivas o películas vemos, etc.
No es que debamos ser desconfiados o suspicaces las 24 horas del día. Eso no es real, posible ni saludable. Normalmente aceptamos de buena fe lo que nos dicen nuestros allegados o la gente que conocemos. Solo cuando hay indicios de falsedad, equivocación, abuso o injusticia es cuando debe emerger la duda y, por supuesto, la acción necesaria para evitarlos o frenarlos.
Ciertamente también hacemos uso de los otros tipos de pensamiento mencionados al principio, los cuales han dado frutos materiales y abstractos a nuestra especie. Y, por supuesto, no solo pensamos, también sentimos y tenemos nuestras preferencias y gustos personales. Eso explica por qué muchos cuestionan todas las religiones menos las suyas, critican la moral ajena pero no la propia, ponen en duda las supersticiones y los prejuicios de los demás pero no los suyos o aceptan sin más cualquier chisme de algún conocido o sigan cualquier orden que les mande una autoridad sin importar que sea injusta.
Notas
(1) Artículo adaptado de la ponencia del mismo nombre presentada en el Congreso Regional de Filosofía, Psicología y Neurociencias en Educación, el 23 de noviembre del 2017, en la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica, Perú, y actualizado del publicado el 6 de mayo del 2020 en la revista Pensar, revista iberoamericana para la ciencia y la razón: https://pensar.org/2020/05/pensamiento-critico-vida-cotidiana/.
(2) Ahondaremos en las características del pensamiento crítico y como entrenarse en él en otro artículo.
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